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R. CÚNEO • VIDAL
talles topográficos reputados s.agrados; con lo cual antes aun de
ponerse al habla con quienes le esperaban en el ámbito de la
'- ciudad imperial, práctica
y
emocionalmente comulgaba con el pai-
'
,
saje cuzqueño, con los mitos, añoranza y leyendas de que éste fué
depositttrio, y con las prendas tradicionales que sirvieron de unión
entre sus antecedentes ancestrales y la fábrica grandiosa del Im–
perio.
,._
Aquella a modo de comunión espiritual, nacida de la presun–
ción de que
'Un algo
del pensamiento de las muertas generaciones
acostumbró hospedarse,
~n
forma misteriosa y sutil, en montes,
llanos, ríos, fuentes y peñas, fué una idea acertada del sacerdocio
cuzqueño.
También llegaba fatigado y enfermo, ya del cuerpo, ya del
espíritu, el viajero, conduciendo a sus deudos aquejados de do–
lencias rebeldes al arte de curar de sus curanderos lugareños.
La contemplación de todo un conjunto de vestigios veneraJ.
lües como el que acabamos de describir, el trato con los ancianos
cargados de experie11l.cia que tuvieron a su cargo los
callaos,
en
que se sanaban las enfermedades del espíritu, y el de las bonda–
dosas pallas a cu__yo cargo estuvieron los sanatorios en que se ali–
viaban las del cuerpo, tuvieron por efecto devolver las más veces,
por efecto de sugestión, la salud física y moral a aquellos dolien–
tes :fácilmente impresionables.
Enfermos y sanos penetraban,, en tal forma en la ciudad para
~nos
sagrada, a través de toda una tramitación de
s
1
ensibilidad
curativa!
Llegar, sin más .trámites, a la ciudad de las añoranzas inefa–
bles de su raza, cual el viajero moderno, prosaicamente rodando;
a Roma, Jerusalén, Tebas, Luxor y Tiahuanaco, hubiese restado
emociones y sugestiones que a la casta sacerdotal cuzqueña le con–
vino conservar.
Damos a continuación, bajo los auspicios de Polq de Onde–
gardo, la nómina de los ceques y huacas de los caminos reales del .
Cuzco:
Ca1nino de Chinchasuyo
(hacia Occidente).