IV
la Lengua General del Perú, ¿no habrán deja–
do allí mucho de la snya, la única que debían
de hablar, en tanto que se inteligenciaban de ·
la otra? Y las legiones conducidas por ChéI11-
chuchima, Quisq uis
y
Quiliscacha contra Huás·
car, que entraron y dominaron en la Roma de
les Incas, ¿no habrán derramado
y
esparcido por
todo el territorio del Sur el idioma que de aquí
l1evaron?-Quizá, pues, el
Quechua del mismo
Cozco,
en los tiempos de la conquista españo–
la y en los posteriores a ella, ya no era sino,
también él a .su vez, más que una
jerigonza
Quechua- Oaña'l'i,
recogida por el Padre González
Holguín en lo que llama
~Dicoiona 'rÍo
Quechua–
Español.>
No nos retrae, pues, este diccionario, del
empeñ
de
parar las dos
lenguas,
también
po1· l
tS
cri arios del fonetisrno; tanto más, cuanto
que, com · ados con los de la homología, Ja bo–
tánica. a tQponimia y la antroponimia, se rubos–
tucen
y
llegan a
seT
casi concluytmtes.
Allá va nuestro trabajo,
y
no pidiendo ve–
nia
nl
mucho menos, sino demandando corrección
y castigo. Muchas veces hemos pensado que es
cosa exelente que hombres de poco fuste, como
nosotros, acometan
empresas
de importancia;
porque entonces los de gran talla se mueven
a escribir sobre Jo mismo qne aquellos. o para
reducirlos al silencio o para hacerles ver, por
lo menos, que se han alzado a mayores. En tal
caso, frecnentisimo en
la
república
literaria,
por hacer notar su i11cipiencia a los pequeños,
escriben
y
ponen las cosas en su punto los co–
losoi:<. Ojalá que se nos tunda, se nos martille, se
nos pique, se nos acribille,&,
&, &,
para que de la
tunda y su compañía resulte algo útil del
fá.
rrago, talvez inút il, qlle hemos amasado.