PR~~LIMIN
AR
Al p_rincipio del libro, en el Proemio, in–
dicamos que eran seis los criterios que habíamos
usado para ver de separar el
Oañ«iri
de la mez–
cla en que con el
Quechua
corre,
a
saber:
El
criterio de la homología, porque si en
el habla actual de nuestros indios se hallaran
voces que expresaran los mismos conceptos ex–
presados
también por voces
quechuas,
las pri·
meras no podrían ser aino
caña1·is.
El de la
e:rcepció1~,
en la misma
habla,
de las letras
'b
,
f
g,
j,
l
sencilla, rr do·
ble y x,
pue to
que
el
Quechua
can~cía
de e·
sas letras.
El de
a percepción, f\n la propia habla,
de la
j,
la ch
y
la s
sencilla, franct>sas, tan
escuchadas en boca de nuestros ,indios, y de las
que también carecía el
Quechua.
El de ]a botánica, porque la conquista ín–
cásica no pudo
ni
haber
pens11do
en variar los
nombres con que la gente conquistada conocía
las plantas de su tierra.
El de
la
toponimia, por razón igual,
ya
que no es verosímil, ni mucho menos, que un
conquistador; interesado en el gobierno de su
conqnista, hubiera
llegado él mismo a suscitar
el caos en tal gobierno, cambiando los nombres
geográficos de los países conquitados.
El de la antroponimia o nombres propios
de pel'sona - convertidos ahora en apellidos-por
idéntica razón.
No nos hemos apartado de estos principios