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memoria de ello y lo dijesen así a sus hijos,
-como aún ahora se hace entre ellos.
Pruébase que Huaina Capac, hijo de To·
pa Inga Yupanqui, que fué el que sucedió
(en todo lo) que su padre sujetó y tuvo tirá·
nicamente, guardó la misma orden en el tiem–
po qne señoreó esta tierra, acerca del proveer
los dichos oficios y cargos, sin que adquirie–
sen en ellos otro señorío;
y
que este Huaina
Capac inurió ocho o diez años antes que los
españoles entrasen en esta tierra
y
la con–
quistasen.
I-Iuascar
INGA
y Atahuallpa, hijos de
H uaina Capac, tuvieron guerras entre .sí cer–
ca del señorío de esta tierra. El Huascar In–
ga estaba en esta ciudad, y el Atahuallpa en
Quito, donde dicHn que murió Haina Capac,
su padre.
Los capitanes de Atahuallpa
prendieron a Huáscar. Y dicen los tet1tigos,
q e tuvieron la nlisma orden de gobierno,
y
que el dicho Atahuallpa, después de preso
I-íuáscar, hizo matar toda su generación para
quedarse él con la tierra; y teniéndolo preso,
entraron los es1•añoles en ella.
'I'odo aquello que trascribilnos es una in·
formación seria
y
obtenida sin sugestiones a
los naturales; ton1ada de buena fe, atenién–
dose extrictarnente a la verdad y a lo oído
por Toledo y por su apuntador
secr~tario
y
escribano del Rey, don Alvaro Ruiz de Nava·
mue1. Por las posteriores informaciones se
nota que los indios conocían inuy vagan1ente