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BOCETOS HISTÓRICOS
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su traslación al Perú por mar, se decidieron hacerlo por tie–
rra, efectuando entoncas uno de lo viajes más arriesgados y
difíciles que registran los anales de la época. El 17 de agosto
de 1818 llegaron a Lima, habiendo atravesado el corazón de
la América del Sur, emplaando seis meses en un recorrido de
más de dos mil leguas de paí es desc·:mocidos y selváticos.
Llegaba Castilla al Perú en una época de verdadera cri–
sis para la causa del rey: el daseo de emancipación era gene–
ral, y el corazón de Castilla no podía ser una excepción de
sentimiento tan elevado y generoso. Alejado del s.arvicio mi–
litar, no obstante las deferencias que le prodigara el enton–
ces
Virr.ayPezuela, al saber Castilla la llegada de San Mar–
tín a las playas del Perú, huyó de Lima y se presentó en el
campamento patriota, ofreciéndose voluntario. San Martín
lo alistó como alférez de caballería en el ascuadrón
Huáscar,
de la
Legión Peruana.
Hizo Castilla desde entonces las cam–
pañas del Sur con Santa Cruz y mereció el ascenso hasta
Sargento Mayor. Llegaba el año de 1822, fatal para las ar–
mas patriotas; con la aparición de Bolivar y el alejamiento
de San Martín, Castilla iba a experimentar los más duros de–
sengaños. El Libertador, impaciente en los primeros momen -
tos contra los suceso políticos provocados por Riva Agüero
y su círculo y con una prevención, muy censurable, a muchos
de los antiguos servidores del Protector, no podía reprimir
su mala voluntad para con los jefes peruanos y mancillaba la
di.gnidad de los · más distinguidos, pundonorosos y valientes
militares que habían servido en la primera etapa de la guerra,
a las órdenes de San Martín.
Así fué que, por efecto de la reconcentración de tropas
en Huaraz, que ordenara Bolivar, CastiHa, mandado por el
general La Fuente, se presentó en Otuzco con su escuadrón
a ponerse a las órdene del Libertador. Este, con un menos–
precio censurable, apenas si se dignó escucharlo, y disponién–
dose a montar a caba11o, I.e dijo:
-
Está bien; entregue su escuadrón al. . . . . . ( un jefe
colombiano ) .
Castilla, herido en lo más íntimo de su dignidad, contestó
a Bolívar:
-
Yo no he venido a entregar mi .escuadrón, sino a po–
nerlo a las órdenes de VE.