Table of Contents Table of Contents
Previous Page  400 / 430 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 400 / 430 Next Page
Page Background

328

HORACIO H. URTEAGA

que en sus venas se mezc

0

laba la italiana, la india y la es–

pañola.

Vivió en una época en que. como e.n la Italia del Rena–

c-imiento, la temeridad y la audacia, la valentía y el arrojo,

eran virtudes que se hermanaban con la mentira y la calum–

nia, con Ja falsedad y la intriga; y a la dádiva generosa se

alternaba el insulto; y al brazo de la alianza, el ataque por la

espailda o el beso de Judas. Era la época en que las gentes,

más que hoy, vivían de la política, y lo que

no

llegaba al cora–

zón y la cabeza en forma de atractivo por la ciencia, el arte

o el trabajo, llegaba en forma absorbente, de complot, de in–

triga palaciega o de motín de cuartel. Castilla participó de

esas opuestas ten.dencias, pero con un genio superior pudo

sacar de esas miserias, enseñanzas, y dominar sobre toda esa

ruindad a.e pasione-s.

i

Qué cuadro tan interesante ofrece

to–

do ese pequeño mundo de nuestra sociedad de los primeros

años de Ja República; nacionalidad en la infancia

!

exclama

nuestra sociología criolla y lanza una disculpa a semejante

descrédito; y la h erencia colonial, el apático espíritu del in–

dio y la incultura democrática, que engendraba los apetitos

más desordenados, se presenta como expediente de· la irres–

poncabilidad de generaciones culpables.

Purticipó sin duda Casti!ila de esas tendencias; había

jugado en las campañas de la Independencia y tenía que exi–

gir las utilidades acumuladas por su fama: el apéndice de la

vida de un prócer era la presidencia de la República. Nada

importaba que llegara a ella siendo un indio puro, lenguaraz y

desertor como San Román, o un criollo tan culto como Vi–

vanco; bastaba con haber pasado revista en las huestes pa–

triotas que pelearon en Junín o en Ayacucho, para tener de–

recho de mayorazgo al gobierno de la República. Sólo

que, en esta carrera de ambiciones y en esa turbamulta de

mandatarios, ineptos Jos más, Castilla tuvo una orientación

y una poltica de principios, y en su primer período de mando

principalmente, impulsó tanto el progreso de Ja República y

procuró tanto Ja confraternidad entre los partido · rivales,

que, por un momento, se creyó en la eficacia y Ja p :!rduración

de su obra de bien, que él mismo se encargó de destruirla

cuando, en su segundo gobierno, injustas r eaccione proba-