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HORAC!O H. URTEAGA
época del invierno o de la estación de las !Juvias andinas.
Tales desvíos de las aguas, hundiendo el terreno que carco–
men, forman ondulaciones variadas y múltiples, que dan al
suelo, visto de lo alto, el aspecto de una faja cubierta de pro–
fundas arrugas. Desde el punto de vista militar son estas.
ve11La.~l)::ws,
cuando
pu~de
aprovecharlas,
cie:;d::!
sus
lc•HWS,
un
adiestrado combatiente. El agua que corre en ese fondo es el
tesoro; fertiliza de modo asombroso la tierra, que se cubre de
verdor en un largo listón donde crecen abundantes las hortali–
zas y la alfalfa, y en donde, de trecho en trecho, se ven agrupa–
miento de viviendas. Dos son principalmente los villorrios ve–
cinos a la ciudad de Tarapacá: Guaraciña, que es como la
puerta a la entrada del desierto de Tamarugal y en donde una
abra reune la quebrada a la pampa, y el pueblecito de Illin–
go, adyacente a la tablada d:e Orecoma, llano de sequedad si–
niestra, que se ve
h~sta
el confín blanqueado por la flor del
salitre. Hasta esa superficie ya no llega el agua, que ha sido
bebida por el hombre o chupada por la arena calcinada del
desierto.
Tarapacá se yergue en el centro de la quebrada, La ciu–
dad se ve cubierta hacia el este por un recodo de los contra–
fueTtes que bordean ese cañón, cavado por la cordente desde
é:i:;ocas pretéritas. Caminando por la altura
y
penetrando al
valle por el lado oeste, se divisa Tarapacá desde bien lejos.
no así recorriendo el camino contrario. Un ejército que ca–
mine ocullto y silencioso desde Guaraciña, bajando por el va–
lle, puede sorprender al pueblo, que en su marcha encuen–
tra, de repente, doblando la cresta de piedra tras de la cual
extiende sus viviendas. Fácil es comprender que un ejército
que se halle acantonado en la ciudad, si está descuidado y
descansa confiado en que el enemigo se halla lejos, sorpren–
dido de repente y acometido por éste en varias direcciones,
para librarse da·l acorralamiento y de la prisión, ha de reali–
zar prodigios de destreza, acciones de un arrojo
y
empuje
extraordinarios
y
habilidad táctica, tanto más meritoria cuan–
to es más precoz y súbita la acometida;
y
si este ejército así
sorprendido no sólo se libra del peligro inminente sino que
rompe el anillo que lo encierra, destrozándolo en mil pedazo ,
bien merece el elogio y la alabanza. Fué a í la acción de Tara-