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HORACIO H. URTEAGA
gieron por doquier,
y durante siglos
estas construcciones
fueron la ocupación de los primitivos dueños de los valles
del Vilcanota y del Urubamba. La invasión iba avanzando
poco a poco hasta que, venciendo las resistencias que se opu–
sieron a su paso, se desbordó para tenderse poco a poco en
la antigua y vasta zona de los vencidos kechuas. Como los
hiksos de Egipto, los vencedores no tuvieron ya necesidad de
las defensas antiguas y las abandonaron; los antiguos san–
tuarios que no s·ervían a las groseras creencias de los ven–
cedores, se vieron desiertos, y el tiempo, destruyéndolos, bo–
rró su trazo o forjó de su esqueleto una leyenda, que en me–
dio de sus nebulosos relatos, conservaba aún débil luz del he–
cho histórico remoto ( 9 ) . Se olvidó poco a poco, quizá si
perseguida, la antigua cultura, y
s·~
asentó dura, fuerte, irre–
sistible la dominación de los vencedores. Su filiación étni-
ca la revelan las posicio-
0
~:--
nes geográficas que mues-
Q
J)
tran la fijeza de su asiento
y el larguísimo período de
su dominio en tan vasta
zona. Que esta dominación
homogénea cayó al fin es–
tá fuera de duda: lo prue–
la aparición, durante los
p;,'imerns siglos
de la era
cristiana, de grupos diver–
sos y conglomerados políti–
cos, algo así como un perío–
do f.::.udal, donde lo
re t os
Plano de las ruinas de E spíritu Pampa
de las antiguas razas ke-
Expedi. de Yale
chua y colla, apenas se ofre-
cen fraccionadas en manchas más o menos extensa . En el
Ecuador , en la región de los Cajamarcas y Chachapoyas, en
(9 ) .-Sarmiento de Gamboa.
H istoria Indica,
c. 7, págs. 27 - 28,
1906,
y
lo mismo en Cieza de León,
Crónica,
c.
98.Sefrorio,
c. 5.Betan–
zos, ob. cit. c. 2. Cristobal Molina, COLECCIÓN
URTEAGA,
t.
1, p. 10,
confunde Cacha con Pucara, pr obablemente porque en Cacha se hallaba
una fortaleza antiquísima
( pucara )
y
la región tenía el nombre de