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HORACIO H. URTEAGA

Ecuador hasta el noroeste argentino y norte de Chile, se en–

cuentran los rastros de una cultura a la que podíamos llamar

vetustísima, que atribuímos a pueblos de raza kechua

y

que

está caracterizada por la uniformidad de su estilo.

El barón de Humboldt ya señaló para una porción de es–

tas obras de. piedra, tres características:

sencillez, simetría

y

majestad,

pensando que un sólo artífice parecía se.r el autor

de todas ellas.

Sin embargo, en estas construcciones ciclópeas, se pue–

den distinguir principalmente tres estilos: el llamado de la

piedra poligonal, el del período de transición, y el de la piedra

rectangular o paralelepípeda. ( 1 ) .

Chupas de Sillustani, P uno, Perú

En todos ellos es la for–

ma de los bloques de piedra

de que consia la construc–

ción lo que los caracteriza.

En el primero, estos blo–

qu.es

son de forma irregu–

iar, tienen ángulos entran–

tes y salientes y reV'elan que

el trabajo del artífice se

concretaba a pulir los bor–

des del bloque, siguiendo

sus propias sinuosidades,

hasta donde era posible, pa- -

ra adaptarlo con otros que

ofrecían las mismas parti–

cularidades. Las junturas

ofrecían entonces, vistas de

conjunto, en el muro, las de

líneas quebradas irregula–

res o caprichosos esti

~!la­

dos. El artífice, consultan-

(1) .-Cha lons clasifica también les monumentos del Antiguo

Perú en tres grupo·. Véase

Arte de c01ist1·uir entre los antiguos pe–

l"ucmos. Anales de C01istrucciones Civiles

y

de Minas del Perú.,

t .

II,

págs. 35 - 37. Wienner establece una clasificación aún más complica–

da. Véase

Perou et Solivie.