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XII -
preferencia del mito americano por las
cuatro direc–
ciones,
fruto de 'una tradición, de aventuras y de emi–
graciones, sobre la
trinidad,
que inspiraron el cielo,
la tierra y el mar, al espíritu contemplativo de las tri-
bus asiáticas.
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El problema de los grados de cultura del imperio
incaico tiene, sin embargo, otro punto de vist¡a más
amplio para el criterio sociológico, que parte de un
desarrollo paralelo de la conciencia colectiva y de re–
laciones necesarias del concepto religioso, moral y
artístico con el social y político. La formación de un
Estado de once millones de habitantes, esparcidos y
vinculádos a la vez, en casi todo el continente occiden–
tal de América. La paz y el orden impuestos dentro de
una relativa libertad a razas tan diversas y a zonas tan
diferentes. Una dinastía que logra despertar, no el
terror de los reyes africanos y asiáticos, sino el cariño
y
la fidelidad de los caballeros, por los reyes cristia–
nos; revela una capaGidad de organización, un genio
político, una ciencia administrativa superior a la que
mantuvo la sucesión de las dinastías religiosas en
Egipto, y el cetro en las vigorosas manos de los prín–
cipes guerreros de Asiria.
Frente a este éxito estupendo, fruto de la inteli–
gencia y de la moralidad de una raza, singularmente
dotada, adquieren una importancia muy relativa las
discusiones sobre el desarrollo mayor o menor de los
diferentes órdenes en la cultura industrial o artística.
Que la navegación usara las velas latinas y cono–
ciera los vientos y las corrientes; que las figuras y
las líneas esculpidas en los monolitos representasen
estilizaciones de un arte avanzado, o solamente ese
calendario primitivo que diferencia las épocas religio–
rns de las profanas,
y
los días fastos y nefastos; que