BOCETOS HISTÓRICOS
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semiesferoide oblongado, al que se dejaba una cavidad inte–
rior, que hacía la oquedad del barco, y atravesado por dos
maderos cruzados
de popa
a proa y de babor a estribor,
servían de base para el palo mayor de la vela, que se ataba
en el punto de cruce, así como
también para el amarre de
los cables. La carga y pasajeros se introducen en la cavidad
y se guarecen de la intemperie únicamente cubriéndose con
mantas. Este barco es ·típico
del lago y lo usan
todo
los
indios de los pueblos de la ribera.
(Véase el grabado nú–
mero 5).
Que los antiguos egipcios usaron de una materia pare–
cida a la totora para la construcción de sus navíos que re–
corrían el Nilo, y tuvieron un tipo idéntico de embarcaciones
a las de los antiguos collas, es ya cosa bien sabida. Castel–
nau fué el primero en descubrir la semejanza entre los bar–
cos de totora de los indios
del Collao y los rápidos navíos
egipcios usados
en el antiguo
imperio de los faraones, tal
como se mostraban en el sepulcro de Ramses III
en Tebas.
Reproduzco aquí uno
de estos navíos
usados en el Egipto
durante las primeras dinastías. Se trata de un relieve que
decora una tumba próxima a las Pirámides y en el que se
puede ver no sólo la identidad con la barca de totora de lo
aimaras, sino también la manera de construirla empleando
el tallo del papirus.
(Véase el grabado número 6). En otro
bajo relívee se observa un combate naval con barcos del mis–
mo
tipo.
(Véase el grabado número 7). Esto prueba,
si no una filiación étnica, por lo menos ia unidad de ten–
dencias en el hombre, cuando impulsado por la necesidad,
tiene, para satisfacerla, iguales medios.
Entre los antiguos peruanos fué muy poco u ado el bar–
co de madera de una pieza, tal como se le observa entre los
indios de la región de los bosques. Aquí la abundancia de
madera adecuada para embarcaciones y la facilidad de ad-
de exvediciones indigenas,
por don Baltasar Ramírez, dirigida al Viso–
Rey don Gaspar Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey.
Exposición
de títulos que consagran el derecho de Bolivia a las zonas Pilcomayo.–
Paraguay. T. I., pág. 451-453.