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HEDITACION -
Sobre las demostraciones prodigiosas con que acre–
ditó Elios la gloria de su santo mártir Blas.
Considérese, que confundiendo Dios la cegue.
ra del tirano, ror hacer visible la gloria de su
mártir, obró muy prodigiosarr.ente, ya hacien–
do que en vista de su constancia muchos gentÍ·
les detestasen la idolatría; ya que al ungirse
con su
v~;rtida
sangre las frentes, transformado
en muy varonil el denuedo de siete matronas,
dejasen el
f<~lso
culto y predicasen
á
Jesucristo
hasta dar por su confesión los alientos; ya soli –
dando las aguas de. un lago, en que le arrojaron
con una gran piedra al cuello, sirviéndole de
firme trono paTcl mofarse de los ídolos, lo que
pretendió la crueldad le fuera sepulcro, como
lo fué para sesenta y ochos so1dados del presi–
dente, que se encaminaban furiosos
á
hundir a-l
santo; ya descendiendo Cristo, cual nube luci·
da. que le refrigeró con su ombra, cuando él,
todo encendido en amor, le -i'ecompensaba la
fineza sacrificándole la vida. ¡Oh necedad del
hombre! ¿qué busca dado á los pasatiempos y
delicias? ¿cuál es su ánimo, sirviendo al mundo
y sus apetitos? logra verdaderas glorias?- Oh
qué nécia fantasía! aquí no se hallan : solo sir.
viendo
á
Dios se aseguran, porque es un señor
tan sumamente fiel, que no sufre en las de sus
siervos el menoscabo roenor; antes sí, como se
vió haciendo visible la del santo Bias, nG esca–
sea sus prodigios para ostentarlos visiblemente
gloriosos.