EL AYLLU
fuerza de las ideas de supervivencia del espí–
ritu, sino también por la creencia en los lar–
gos viajes que debían emprender los muer–
tos. M. de Coulanges nos da, en el capítulo
del
«
Culto de los muertos
»
de la
<~
Ciudad
Antigua
»,
una explicación de estos ritos
mortuorios.
«
Puesto que el muerto tenía
necesidad de comer y beber, se comprendió
que !gs vivos tenían que satisfacerla y se
hizo obligatorio el cuidado de llevar á los
muertos sus alimentos, para no abandonar-
,.
les al capricho tie los sentimientos variables
del hombre. Así se estableció una religión
de la muerte, cuyos dogmas tal vez se borra–
ron pronto, pero cuyos ritos duraron hasta
el triunfo del cristianismo
1
•
.>>
Interpretación sería esta que tendría en el
caso actual el mérito, á más de señalar su
1.
Ob.
cit. ,
1,
pág.
20.