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tad; pues que se ckjalrn.' sentir
ha~ta
para las pu
h1icacioncs
en lengua
in–
dígena ,
H
pesar de los clamores del
mestizo Gnrcilnzo,
que
s~
ufanaba de
lleva r en sus venas sangre
ele
los
in–
cas; pues que el.ice: "A 1os hijos ck es–
pañol
i
ele
india , o de indio i de espa–
ñola! nos llaman mestizos pó1· deeii·
que somos mezclados de amhns na–
ciones:
fué
impuesto por los primeros
españoles, que tuvieron hijos en
in–
di as, i
p o r
ser nombre
i111i~t.1csto
por
11uestrns pad res. i por su
s~gnificación
me
lo
llamo Yo
n
boca
JJena
i
me
hon–
ro con el.
Aunque en Indias,
si a
uno
de ellos le dicen, sois nn mestizo, o es
un mestizo, lo toman por menospn:-
cio. ''
·
Garci lazo opinaba entonces por
que no debía quitarse
a
los indios s11
lengua i que correspon<lía ·a
lo:s
espa–
ñoles instruirse
en
ella.
El inca Gar('.ilnzo era hijo de una
sobrina de Huaina Capac i de uno de
los conquistadores, ·'tlprendió c1esdc
la
niñez en las graves con \'crsaciones,
que
en
su casa tcnian sus parientes
maternos,
a
rodear las glorias ele
sus
mayores del prestijio, que ks prestan
los g randes iNfortunios; habiendo
de–
jado el
Cuzco a
la edad de vejntc