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ma. cocamama, akshumama,nos
trae
a la memoria la metafísica de Platt>ll,
con sus arquetipos o
la
esencia espi–
ritual de l:ts coséls. Las mazorcas
<le
maíz
pcgaclas
ó
papas reunidas du–
rante su incremento, lns venerahm1
como
conopas,
i
aun hoi conservan
esta costumbre, les
llaman
mata-ma–
tn;
as! como las mazorcas de dive1·–
sos
colores
o
<le formas extn1ñas las
dedican
a
los santos
i
las cuelgan en
sus nichos;
i
las <le
mejor
calidad,
las
guardan
envueltas
c::n
sus
pancas
en
sus
casas, pendientes
dd
tcel?o,
con
el
nomhre
de
huayuncns.
Mas todavía:en
]ncalmaín
(otros
le
llaman
]acahuéisi)
a dc•>S
kilóJ11e–
tros
ele
Tanna
hai una fuente, <le la
que rccojcn
piedras,
dos, un::t hembra
i
otra macho, para aumentar sus
cu–
ycs
(Ca\·ia Cobaya) o
jaca
en que–
chua. En Jauja, H uancayo, etc. esas
piedras
¡11"oc1·eaclon1s
les
llaman
pi/–
pi-pi/pi.
A 1O
kilómetros en
la mis–
ma clin.:ceiún, en
medio
cerro
tene–
mos otro
luga~
llamado
Muruhuai,
(1'vfuru
es
el
hijo del
I//a,)
:1Clom1e lwi
dos fücntes: la
<lcl
Señor
i
la de la Vir–
gen: en la
primera
se lavnn
los hom–
bre8
para
tener esposas
i
en la segun–
da las mujc1·es para conseguir mari-