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-XIX-

ma. cocamama, akshumama,nos

trae

a la memoria la metafísica de Platt>ll,

con sus arquetipos o

la

esencia espi–

ritual de l:ts coséls. Las mazorcas

<le

maíz

pcgaclas

ó

papas reunidas du–

rante su incremento, lns venerahm1

como

conopas,

i

aun hoi conservan

esta costumbre, les

llaman

mata-ma–

tn;

as! como las mazorcas de dive1·–

sos

colores

o

<le formas extn1ñas las

dedican

a

los santos

i

las cuelgan en

sus nichos;

i

las <le

mejor

calidad,

las

guardan

envueltas

c::n

sus

pancas

en

sus

casas, pendientes

dd

tcel?o,

con

el

nomhre

de

huayuncns.

Mas todavía:en

]ncalmaín

(otros

le

llaman

]acahuéisi)

a dc•>S

kilóJ11e–

tros

ele

Tanna

hai una fuente, <le la

que rccojcn

piedras,

dos, un::t hembra

i

otra macho, para aumentar sus

cu–

ycs

(Ca\·ia Cobaya) o

jaca

en que–

chua. En Jauja, H uancayo, etc. esas

piedras

¡11"oc1·eaclon1s

les

llaman

pi/–

pi-pi/pi.

A 1O

kilómetros en

la mis–

ma clin.:ceiún, en

medio

cerro

tene–

mos otro

luga~

llamado

Muruhuai,

(1'vfuru

es

el

hijo del

I//a,)

:1Clom1e lwi

dos fücntes: la

<lcl

Señor

i

la de la Vir–

gen: en la

primera

se lavnn

los hom–

bre8

para

tener esposas

i

en la segun–

da las mujc1·es para conseguir mari-