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-105-

Desesperado, n o pen sando sino en

la muerte,

i

que 111uerte? de lrnmbre

! ·

se le ocurre que con la paja podría

fa–

bricarse una gran soga i descolgarse

por ella.

Dicho i hecho; en poco ticrnpo tdr–

ció un cable de inmensa longitud q ue

estimó suficiente para a lcanza r ti e–

rra; ;:

:i.tó

un cabo al cerrojo de

la

pucr

ta

i an-ojó el resto, comenzando su

peligroso descen so, alegre

i

satisfe–

cho

de

haber encontrad o el med io de

salir con vida de ese desierto.

A

medio camino tropezó con un

cernícalo muí atrevido, que comenzó

á

revo lo tear

ft

su recledCJ r rozándole

el

hocico con las alas i con t o no pe–

t ul a nte

ú

interrogarle:

. -1

compadre ¿como le ha id o

en

la

mansión celeste?

Infatuado el zorro

ele

haber bail a –

do en

el

ciclo, con mucha µrosa se

le

t;>ncara:

-¿Dc~dc .

cuando

un

rangalid o to–

mo tú, un tan feo avechuc ho, puede

ser comp-tcl re de

un

caba llero?

.\mostazaclo el cernícalo le respon–

de

á

su vez.

-No

son caba llero

aquí

ni a hajo,

los !a d rones de ga llinas, hermanos

del zo rrillo pcstífrro. ¿Como puedes