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El cc)1Hl o r que le debía fayores le
con testó: con muchísimo gu sto le ser–
Yiré
rlc rocinante, pero ust ed me remu-
11crnrii con dos llamitas tiernas, por–
que tall gordo como está usted debe
pesar i sc,r1a capáz ele hace rme echa r
los' bofe='.
-No solamente clos, compacl re, rc–
¡;nso el zorro, serán cuatro.
Cerrado el convenio, el cóndor e- .
chóse
á
cuestas
á
su compadre, 1·eeo–
meOL1éÍ nd olc se nb racase bien
i
cogir–
ra la vihuela con los dientes. Empren–
dieron el vuelo dejando ahajo árboles
i
cerros lrn.sta perderse en las nubes.
Henrlien<lo ufanos los aires, llega–
ron
á
las puertas del cielo, que se a–
brieron
á
los go lpes rlel zorro.
Sorprend iósc el portero al encon–
trarse con sei11eja11tes huéspedes en a- .
quellos parajes, i preguntólcs la cau–
sa de su presencia en ese lugar,
á
lo
que repuso el zorro, ser un eximio
músico, i haber venid o con el cxch1-
siv()'objeto de a1egrar
ú
los espíritus.
No dejó de hacerle gracia al viejo,.
la
µercgrina ocurrencia, é in vité>l os
á
que pasaran adelante.
Comlucidos ante
el
coro de los es–
plritus, el zorro principió
á
dejar oír
los preludios de un
pasa-calle,
lo que
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