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-101-

El cc)1Hl o r que le debía fayores le

con testó: con muchísimo gu sto le ser–

Yiré

rlc rocinante, pero ust ed me remu-

11crnrii con dos llamitas tiernas, por–

que tall gordo como está usted debe

pesar i sc,r1a capáz ele hace rme echa r

los' bofe='.

-No solamente clos, compacl re, rc–

¡;nso el zorro, serán cuatro.

Cerrado el convenio, el cóndor e- .

chóse

á

cuestas

á

su compadre, 1·eeo–

meOL1éÍ nd olc se nb racase bien

i

cogir–

ra la vihuela con los dientes. Empren–

dieron el vuelo dejando ahajo árboles

i

cerros lrn.sta perderse en las nubes.

Henrlien<lo ufanos los aires, llega–

ron

á

las puertas del cielo, que se a–

brieron

á

los go lpes rlel zorro.

Sorprend iósc el portero al encon–

trarse con sei11eja11tes huéspedes en a- .

quellos parajes, i preguntólcs la cau–

sa de su presencia en ese lugar,

á

lo

que repuso el zorro, ser un eximio

músico, i haber venid o con el cxch1-

siv()'objeto de a1egrar

ú

los espíritus.

No dejó de hacerle gracia al viejo,.

la

µercgrina ocurrencia, é in vité>l os

á

que pasaran adelante.

Comlucidos ante

el

coro de los es–

plritus, el zorro principió

á

dejar oír

los preludios de un

pasa-calle,

lo que

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