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ele Ingas, que con arlmirnble d iligcn–
cia i maña sacc>
ele
poder de los
In–
dio5:, lrnllandolos mui embal samados
i cnterns, con que quitó
gran
suma
de idolati-ías fllle les hacían''
Las cenizas i los otros cuerpos,
fueron enviados por Pdo
i:t
Lima,
en
tiempo
del
Marques
de
Cañete
i
fueron
á
para!·
á
un corral
de
San Andrés,
que era Hospitai
en
1590.
Porque lw;
gentiles no pod1an reposar en campo
?:>endito fueron arrojé1dos en un hoy o,
.
en un corral.
Mas Calancha, sacerdo–
te peruano, refiere
lo
mismo i agre–
ga: "es
mui de ponderar que junto
al mismo entierro ele este Inga Vira–
cocha justició
á
Gonzalo Pix'arro, i le
cortó la
éal
>eza el Licenciado Gasea,
para que viese su muerte en el
m ~smo
lugar
(Saquixahuana,)ponpii<:n
ator–
mcnt6
{i
los indios, i asi cj,,ctito Dios
el castigo, donde Pizarro ejecute) su
codicia"
El tiempo no era óbice para estos
energúmenos demoledores i cxtirpa–
clorcs:
á
la tenacidad de los indios en
conset·v:i r sus recuerdos i tradiciones,
opon'iai1 no menos terquedad en sus
persecuciones; asi se les ve cien años
despucs, dictando nuevas ordenanzas
·. para ahogar toda manifestnció11 de