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TORNEO POETICO

simo Señor Arzobispo, en la indita Ciu–

dad de Tarragona. Sacalo a lvz Don· Fe–

Jipe Alegre, Governador del Campo de

Tarragona. Con Licencia. En Zaragoza:

PQr Pascval Bveno, Impressor del Reyno

de Aragon, Año

M.

DC. XCV.-En

4.º,

de

146

ps., s.

I I

hs. p. n.

Los

PP.

JosÉ

CIRARENCH

y

JAIME

V!LAR.

Latassa atribuye este

Tor11eo

al Goberna–

dor Alegre, de quien nos asegura que «fue

Zaragozano segun parece, y un Militar de

buenos conocimientos»

(rY,

55); pero harto

se echa de ver que no tuvo otro fundamento

para atribuírselo, como ni tampoco Torres

Amat (pág.

12)

y los editores de Gallardo

\r, 135, núm.

117),

que el hallar escrito su

nombre en la portada.

En cambio, del P. Cirarench nos dice el

P. Jaime Dou en su

Carta

de edificación,

que «procurava, q• nuestros H.

0 •

Semina–

ristas [estudiantes de humanidades en el

Colegio de Tarragona] se exercitassen en

algunos Certamenes, q• al passo q• servían

para su mayor adelantamiento en la Huma·

nidad, divertian en tanto

a

la Comunidad,

q• liberal franqueava premios p.ª agradecer

de algun modo los trabajos de los Certantes.

Vno de estos Certamenes corre impresso

con el titulo de

Torneo Poelico,

y aunq• en

el no se nombra el P. Cirarench, sino como

Secretario, y fiscal de dicho Certamen [«Se–

cretario,

y

Fiscal el P. Iosef Cirarench,

Maestro actual del Seminario de la Provin–

cia»: pág. 9]

1

pero es cierto, q• fue obra

principalmente suya, en qº huvo de trabajar

el P. por espacio de 15 dias, noche, y dia,

sin descansar mas q• dos horas la noche q•

mas¡ obligando

a

esta precipitud la solemne,

y publica entrada en Tarragona del

Ill.mo

S.r

D.n F. Joseph de Llinás dignissimo Ar–

zobi po de aquella Igl.ª» (Ms., págs.

2-3).

«Compuesto por el P. Joseph Cirarench

de la Comp.ª de Jhs», se lee también, de

letra del tiempo, en la portada; y «Au.r P.•

Joseph Ciraréch», en las guardas del ejem–

plar del

Torneo

que se conserva en la biblio–

teca del Colegio de Blrcelona.

Pero es lo curioso que, según [ópez de

Arbizu, á quien copian Backer

(m, r402)

y

Sommervogtl

(vm,

755), también fué autor

el P. Jaime Vi lar de una

«Festiva velitatio

seu Certamen Pocticttm

in ingre su

111.mJ

D. D.n Josepb i Linás Archiep. Tarracon. in

• suam Civitatem. Barcinone typis eisdem,

apud eundem [Raphaelem Figuerb

J.

Anno

1695» (pág.

32);

y no parece que su

Festiva

velilatio

pueda ser cosa diversa del

Torneo

Poetico,

publicado

á

nombre del Sr. Alegre,

y atribuído al P. Cirarench. Por lo menos el

argumento y la ocasión son unos mismos en

ambos, así como también el título y la fecha.

Además, no se tiene noticia de más

Torneo

que éste que describimos en el presente ar–

tículo, uno de cuyos jueces consta, por aña.

didura, haber sido el «P. Iayme Vitar,

Maestro de Letras Humanas que fue en el

Seminario de la Compar1ia de Iesvs de la

Provincia de Aragon» (pág. 9); ni aun es

creíble que

te

pudiera haber, celebrado en el

mismo sitio

y

por los mismos campeones.

Cierto que la

Festiva velitatio

del P. Vilar

no dice López-de Arbizu que saliera

á

nom–

bre ajeno, ni que se imprimiera en Zarago–

za, por Pascual Bueno, sino en Barcelona,

por Rafael Figueró. Pero uno y otro tienen

fácil compostura. López de Arbizu suele

omitir con más frecuencia que fuera de

desear, la circunstancia de cómo salió á luz

la obra que describe: si con el nombre del

autor, si anónima, si seudónima. Pues,

cuanto al pie de imprenta, hase de notar

que á la

Festiva vehtatio

preceden cinco

obras en el artículo del P. Vilar, impresas

todas en casa de Figueró, en Barcelona,

y

señaladas las tres últimas con la nota «typis

apud eundem», que pudo muy bien

hab~rse

deslizado aun en la sexta por la prisa ó por

descuido.

Esto supuesto, ¿quién diremos que fué el

verdadero autor del

Torneo Poetico.1

Por de

contado, haber intervenido más que nadie

en su composición el P. Cirarench, es cosa

de que no puede dudarse, en vista de testi–

monios tan explícitos como el del P. Dou

y

del ejemplar de Barcelona. Mas, siendo tam·

bién indudable que debió de tener alguno

que le acompañase en ella, puesto que, se–

gún el mismo P. Dou, no pasa de ser «obra

principalmente suya», que es lo que hubo de