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DOCTORIS FRANCISCI SOARII

mo que si lo fuera, ciertos como estamos

él y nosotros de que, si la hubiera de ese

ai1o, se ajustaría á las mismas 535, ni una

más ni una menos, de la dei 1651.-Y de–

cimos que si la hubiera, porque Sommer–

vogel, á pesar de que la h alló mencionada

en Backer (m, 674), no habla de edición

lyonesa de esa fecha, aunque admite con

él una maguntina de 1620, y aun cita otra

conimbricense de 1619 (vil, 1676), que, si

' realmente existiera, sería la primera de

todas y la más notable. Pero, por desgra–

cia, no existe la tal conimbricense de 1619,

como ni tampoco la maguntina de 1620, ni

Jas lyonesas de 1620 y 1628.

Todo cuanto han discurrido sobre ellas

Jos bibliógrafos, es pura ilusión y fantasía.

La primera edición de la segunda parte de

la obra del P. Suárez tiene por título:

«Doct. Francisci Svarez Granatensis, e So–

cietate Iesv, in Regia Conimbricensi Aca–

demia olim Primarij Theologire Professoris

emeriti; Operis de Divina Gratia Pars Se–

cvnda, continens Libros m.

IV.

et v. Nimi–

rum, De Auxilijs Gratire in generali; De

Auxilio suffit:iente;

&

de Auxilio efficaci

Gratire Dei. Editio Prima. Lvgdvní, Sum–

ptibus Philippi Borde, Lavrentii Arnavd,

&

Clavdii Rigavd. M. DC. LI.

Cvm

Svpe–

riorvm

Permissv», en fol.

0

1

de

5

35 ps., s. 9

1 / 2

hojs. de port. , dedic., etc.- Sigue á ésta la

llamada « .... Editio Secvnda. Lvgdvni,

&

Mediolani, MDCCXVHI. Ex Typographia

Iosephi Pandulphi Malatestre. Superiorum

permissu.

Cvm

Privilegio», igualmente en

fol.

0

,de 535 ps., s. 9

1

/ 2

hs. de port., dedic., etc.

El estigma de

sic

puesto por Sommer–

vogel á la nota de «Editio Prima» con que

salió la 1yonesa, sólo arguye que, preocu–

pado el insigne bibliógrdo con la especie

de que debía de ser una nueva edición en

que se hubiese conservado, tal vez por

inadvertencia, el reclamo de la primera, ni

siquiera pensó en examinar sus hojas preli–

minares, donde hubiera hallado la explica–

ción del misterio.- Las aprobaciones y

licencias que hay en ellas, son todas del

aiio de 1650. Además, en la dedicatoria de

los impresores de Lyon, que es del mismo

año

ó

del siguiente, á su Arzobispo, el Car–

denal du Plessis de Richelieu, se leen estas

cláusulas bien expresivas: « Prodit in Ion–

gas Academiarum lites Magni Suaris lucu–

bratio posthuma,

&

publicam lucem Tuis

affectat

au~piciis

.... Erumpit hactenus desi–

deratus ter ti u s

&

vigesimus doctissimi

Suaris tomus, non quidem ex materno So–

cietatis Iesu sinu, vt requum fuerat, sed ex

obscuris Lusitani hominis scriniis. Conque–

ritur enim sibi nascenti non modo non

obstetricatam tanquam germanre filij sui

Proli Parentem Optimam¡ sed quod pene

Nouercali odio nuper emergentem

&

etiam–

num sub prrelo brachia iactantem conata

sit prrefocare. Ver u m diuturnis latebris

opprimi celeberrimi Auctoris opus fortasse

Superi voluerunt, vt mora labori pretium

faceret. Magna spectes diu....».

Quieren decir los impresores en su len–

guaje alegórico y algún tanto sacudido, que

la Compañía negó su licencia para que

se imprimiera esta obra del P. Suárez al

tiempo que se escribió, habiéndola conce–

dido ella misma para que se imprimieran

tantas otras del mismo autor;

y

que aun

ahora no miraba, al parecer, con btienos

ojos que se resolvieran á imprimirla ellos,

masque fuera á su cuenta y riesgo. Así es

la verdad; Rero no hubiera estado de sobra

que apuntaran también los dichos impre–

sores las razones que tuvo la Compaüía, así

pJra la primitiva denegación, como para el

desagrado presente. No accedió á que ni el

P. Suárez, ni siquiera el P. Álvarez, publi–

cara el tan deseado tomo

11

de Gratia,

por

la misma razón porque no consintió ni po–

día consentir que se pubJ.icara por entonces

el tomo

IV

de la misma: y así, «Qrrelo sepo–

situs est, edendus cum primum Apostolicre

Sedi placebit», como avisaba en su tiempo

Alegambe (pág. 138). Aun llevaba

á

mal

que se J?ublicase ahora, el 165r, al medio

siglo de escrito; porque, si bien era cierto

que con la práctica del partido contrario,

que no escrupulizaba en imprimir, sin que

nadie le fuera á la mano, lo que bien lepa–

recía sobre la dicha materia, pudiera tenerse

ya por no valedera ni vigente la prohibición

pontificia, huía la Compaüía de dar la menor

ocasión

á

sus adversarios de que pudieran

tacharla de rebelde y desobediente

á

las ór–

denes de Roma.