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TROMBA CATECHISTfCA

219

anteriores, aunque citamos con preferen–

cia ésta de

1732

por parecernos descono–

cida

á

los bibliografos).

A.

EL

P.

JUAN

MARTÍNEZ

DE LA

PARRA.

Pues la

Tt·onzba

realm~nte

no es más que

una traducción algo libre de su

«Luz de

Vet·dades Catlwlicas....

»,

tantas veces reim–

. presa con su nombre, y de que hablaremos

más adelante en los seudónimqs.

«Esta admirable obra fué traducida al ita–

liano por el P. Antonio Ardia, jesuita napo–

litano, y publicada allí en la imprenta de

Miguel Muzio, afio

1713,

dedicada al prín–

cipe Mauricio Manuel de Lorena¡ péro dis–

frazándola el traductor con este pomposo

título :

Tromba Catkequistica cioe spegazüme

delta Dottrina Ct·istiana/

y aun vendién–

dose como autor de la obra, pues sigue así:

"fatica é dono di Antonio de Ardia della

Compagnia di Giesu,

a

tutti i fidelli". Sin

embargo, no teniendo valor para ocultar

del todo el robo, contento con que le tuvie–

sen por autor del libro los que leyesen so–

lamente la portada, confiesa llanamente en

el ''Prólogo,

que su

Tromba está sacada del

Libro de las Verdades católicas, impreso en

Méxtco de la N. E. por el P. Juan Martinez

de la Parra: y añade que no se atreve á lla–

marse Autor, porque no sabe ni se acertó á

traducir bien". Pero fué este solo el mal?

Un monge cisterciense aleman, llamado

Roberto Lenga, salió el afio 1737, en Aus–

purg por medio de 'la imprenta de Weit,t

con la tráduccion latina de la tromba del

P. Ardia, sin hacer ya mencion del verda–

dero autor Parra. El título latino es este:

''Tuba Catechetica, seu Explicatio Doctri–

me Christianre á

R.

P. Antonio Ardia é So.

cietate Jesu, Italicé primum edita". Véase

alejado en un momento el P. Parra del hijo

querido de su entendimiento, y cómo se

propagan los errores de la historia literaria,

y se van aglomerando documentos para que

una crítica, ó maliciosa ó inexacta y super–

ficial despoje de su honor y mérito á los

verdaderos autores de una obra.

«¿Qué extrafio, pues, que hubiese en Mé·

xico por el afio 750, quien dijese que el

P. Parra había sido plagiario del italiano

Ardia? El tal criticastro calumniador no

leyó .el prólogo de la· tromba, que queda

eXtractado: tampoco supo convinar las fe–

chas de las tres ediciones: la de nuestro

Parra en México, año 169

I,

la de Ardía en

Nápoles en 1713, es decir

22

años despues

de la edicion mexicana y

12

de la muerte

de nuestro autor¡ y la del monge aleman

mucho mas posterior á todo: ni ménos lle–

garon á su noticia las

Cm-tas a1mas

impre–

sas en Roma , cuyos editores no podian

haber engat'i[ad]o al orbe literario, publi–

cando en 1703, que el jesuita mexicano

Parra había escrito el célebre libro de la

D octri11a Cristia11a.

Por último el que así

partió tan de ligero no leyó sin duda ni el

libro castellano de Parra , ni el italiano de

Ardía, pues cotejados ámbos hoja por hoja,

habria descubierto dos cosas:

1.•

que Ardía

fué en realidad un riguroso .traductor de

Parra:

2.•

que faltan en la traduccion ita–

liana, la gracia, propiedad é inteligencia

(y

lo mismo en la version latina) de las con–

tinuas alusiones que Parra hace á las cos–

tumbres, dichos y situacion de Mexico....

«Me he deten ido en vindicar á un escri–

tor benemérito de una tan inícua como in–

justa calumnia¡ para que por este hecho

tan evidente se venga en conocimiento de

otros muchos panales, que trabajados labo–

riosamente por avejas americanas, han ido

á comerse ó venderse por otros á Europa:

Sic vos non vobis mellificatis, Apes». Así

habla Beristain

(rr,

402-3), con mucha

ver–

dad en la substancia, pero con excesiva acri·

monia contra el P . Ardía, que nunca pensó

en robar sus

Pláticas

al P. Martínez de la

Parra, sino en hacerlas conocer á los Italia–

nos, del mismo modo que los

Sermo11es

del

Sr: Bárcia y otros.predicadores españoles en

las varias

Trombas

que publicó además de

ésta: como fueron la

Apostolica

(169

5),

la

Quaresimale

(1704)

y

la

Mariana

(1720),

con la

Domi11icale

(que dejó inédita).

Por lo que hace á la

Catec!tistica,

pide la

justicia que copiemos aquí los principales

párrafos de su

Prólogo,

que desfloró dema–

siado de prisa el irritado Beristain. «....

per

nzia, e tua gran so1'fe

(dice el P. Ardía)

mi

fu da tm A mico divoto , e zelante

1

prima

data la n'tizia, dipoi ma11dato and1e tl do11o