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ESTUDIOS INDIGENAS.
Para el naturalista que estudia la etn0grafia, que ·
de2ea conocer la historia priruitiva de America e inter–
pretar el significado de los jeroglificos,- esta pagi ·
na de San Esteban
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es un enigma, es una realidaid
~
Para verla es necesario arrancar las enredaderas, cor–
tar las raices que cubren las fi.guras, porque no es
la mano del tiempo la que quiere borrar algunas de
las primitivas historias del hombre de .An1erica, sino
la vida vejetal, que en su fuerza de espansion y de
conquista, trata de asimilarse cuanto encuentra,
a
despecho del hombre
y
de la historia. Apartad la
yerba y el humus vejetal y los troncos
y
sarmientos .
qne en su crecimiento, al aire libre, ban cubierto en
parte la lapida indigena, y todas las figuras aparece–
ran banadas por la luz del dia. El tiempo }la hendi–
do la roca ligeramente de arriba abajo, la cual se ·
preseuta dividida en tres secciones mas 6 menos
si~
metricas_; pero no por esto se interceptat1 las diver–
sas
figuras de insectos, estrellas, animales y objetos
diversos que aquella tiene esculpidas. La manera co–
mo estan colocadas las figuras (en grupos); los ali–
neamientos geometricos, los animales mas 6 menos
perfectes; lo misteriost> del conjunto, algo que se mani–
fiesta y algo que se oculta; todo ha de _fijar sobre es–
ta piedra la mirada del ho·mbre pensador, el cual
quisiera poder descifrar lo que ningun poder huma–
no puede ya revelarle. Pero, lo que realza todavia
mas esta pagina indigena, no es tanto la parte mu–
da, aunque elocuente del jeroglifico, como el vejetal,
que sucecliendose, lo acompana desde los tiempos mas.
remotos. Millares de generaciones vejetales se han
sucedido
y
todavia la roca sustenta los nqevos vasta–
gos herecleros de la primitiva flora americana. Entre
las Ujeras grietas de la superficie vejetan m.usgos im·
perceptibles
y
graciosos helechos, acornpan.ados de otras
plantas cript6gamas, que se asoman con
l.l.nasonrisa
de curiosas en solicitud de la luz
y
del fresco ambien-