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vimiento
á
los resortes á fin de que·e) propie...
tario se allanase
á
suscri~ir
una estipulacian
á
que se negaba, y que no era· libre
a
otorgar;
pero el
~nflujo
de D.
Manuelll.iva~,
que elabo–
raba como un ajente act.ivo sobre su imajina–
eion enferma, y la grata accion que produce el.
oro con qu_e se lisonjeo en los mil pesos del ob–
~equi6
á
D.
Manuel Agustín, fueron incidentes
que obraron el milagro del arriendo, rompien•
do el víncu]o anterior, y las leyes que SO.itÍe•
nen· la responsabilidad de los contratos. Sar-.
ria y Herrera conocían muy bien, que GuerrerQ
no podia enagenar, porque no ·tenia aquella fa..
cultad especifica, que se requiere por derecho
· y
concibieron que haciendoles el propietario ·la
sublocacion,
le~itimaban
el acto y quedaba fir.,
me; pero no cUidaron de
inve~tigar
la que
es~
taba suscrita
a
favor de Cavenecia, que le im–
ponía la prohibicion espresa de contraer, ni
reasumir hasta el vencimiento de
]os
nueve
año~
tasados por la 1ey del contrato, y aun
fenecido~
. tenia declarada la preferencia
á
cualquiera otrq
para un nuevo arriendo, como todo consta de .
una manera bien ·terminante en la escrifura. Si
los traspasadores han visto el instrumento,
y
ciertos de su relato han admitido, no podemotJ
prescindir de acusarlos, y asegurar sin peligro
de
engaño, que obraban en connivencia con
Guerrero, persuadidos
de
que no volvía al
Per~
Cavenecia. Esta presuncion toma mas fuer.z;t.
ai
concebir, .que con presencia de
hi
e~criturjl.
han procedido
a
operar esa reunion
simultan~p.
de pactos
ilegales, que nunca · pudieron deseo..
'nocer,
o
ign9rar. Solo desoyendo la voz de la
razon
1
y
de
las leyes,
se
pudierpn
fil.hri~ar
esos
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