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25

.

vimiento

á

los resortes á fin de que·e) propie...

tario se allanase

á

suscri~ir

una estipulacian

á

que se negaba, y que no era· libre

a

otorgar;

pero el

~nflujo

de D.

Manuelll.iva~,

que elabo–

raba como un ajente act.ivo sobre su imajina–

eion enferma, y la grata accion que produce el.

oro con qu_e se lisonjeo en los mil pesos del ob–

~equi6

á

D.

Manuel Agustín, fueron incidentes

que obraron el milagro del arriendo, rompien•

do el víncu]o anterior, y las leyes que SO.itÍe•

nen· la responsabilidad de los contratos. Sar-.

ria y Herrera conocían muy bien, que GuerrerQ

no podia enagenar, porque no ·tenia aquella fa..

cultad especifica, que se requiere por derecho

· y

concibieron que haciendoles el propietario ·la

sublocacion,

le~itimaban

el acto y quedaba fir.,

me; pero no cUidaron de

inve~tigar

la que

es~

taba suscrita

a

favor de Cavenecia, que le im–

ponía la prohibicion espresa de contraer, ni

reasumir hasta el vencimiento de

]os

nueve

año~

tasados por la 1ey del contrato, y aun

fenecido~

. tenia declarada la preferencia

á

cualquiera otrq

para un nuevo arriendo, como todo consta de .

una manera bien ·terminante en la escrifura. Si

los traspasadores han visto el instrumento,

y

ciertos de su relato han admitido, no podemotJ

prescindir de acusarlos, y asegurar sin peligro

de

engaño, que obraban en connivencia con

Guerrero, persuadidos

de

que no volvía al

Per~

Cavenecia. Esta presuncion toma mas fuer.z;t.

ai

concebir, .que con presencia de

hi

e~criturjl.

han procedido

a

operar esa reunion

simultan~p.

de pactos

ilegales, que nunca · pudieron deseo..

'nocer,

o

ign9rar. Solo desoyendo la voz de la

razon

1

y

de

las leyes,

se

pudierpn

fil.hri~ar

esos

4