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GUl!RRA

CAPÍTULO LVI.

Cómo el Gobernado,. D. Francisco Pizarra nombró por su

teniente general de la ci-udad del Quito

é

de las

á

ella comarca–

nas

á

Lorenzo de Aldana, al cual dió poderes largos para la

gobernacion de las ciudades que estaban pobladas en las provin-

cias confinantes

á

la línea equinoccial.

Aunque las cosas estaban tan enconadas de las provincias

de acá arriba, no por eso Pizarro dejaba de tener pena en ·

saber que Belalcázar absolutamente quisiese gobernar las

provincias equinocciales,

é

que tuviese presuncion que S.M.

le babia de hacer Gobernador de aquella parte que por su

mandado babia ido

á

conquistar·;

é

porque hizo aquí provei–

miento al capitan Lorenzo de Aldana, por fuerza haré digre–

sion en lo que se va contando por órden, porque sucedió en

aquel tiempo de las guerras civiles, por lo cual se pondrá el

suceso dello conforme á como iba sucediendo.

Pues viendo el Gobernador cuán mal lo miraba el capitan

Belalcázar, pues no solamente. no le queria acudir, mas pre–

tendia el gobierno de la provincia, si las alteraciones que en–

tre él

y

el · Adelantado babia hubieran cesado, él por su per–

sona fuera al Quito,

é

con todas sus fuerzas procurara de ha–

ber en sus manos al capítan Belalcázar; é no dando crédito

á

los dichos de un Cristóbal Daza

é

_un clérigo llamado Ocaña,

que habían venido de su parte

á

le hablar para que no cre–

yese de su persona nenguna cosa de lo que le decian; muchas

veces pensó con quién se descuidaría que le fuese leal,

é

con