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GURRRA
.pocos. Digo esto, porque por mi parte
yo
deseo, ya que me
puse
á
ser tercero en estos negocios, de concertar de tal ma–
nera
á
los Gobernadores, que quede para siempre entre ellos
toda paz
é
conformidad, porque la expedicion de estos nego–
cios no requiere otra cosa;
y
esto digo, porque vuestro pare–
cer no sea datlo como hombre que por verse opreso
é
desear
su libertad viene en cualquier concierto,
é
des pues, acordán–
dose del pasado tiempo, cualquier cosa
tí
ene por fácil para
desear vengar sus enojos viejos, y encienden la guerra de tal
manera, que aunque los prudentes
é
hombres temerosos de
Dios é allegados á la razon quieran dejar de seguirla, no pue–
den por nenguna manera. Así que, el parecer que se diere sea
como de quien desea la paz,
é
no solamente verse suelto para
seguir la guerra». Hernando Pizarro, dijo: «Dien conozco que
siendo vos caballero
y
entendiendo en las letras, que quereis
guiar las cosas á toda paz
y
evitarlas de las guerras,
é
bien
entiendo todo lo que me habeis dicho ,
é
no quiero responde–
ros enteramente á vuestras palabras, porque el tiempo no dá
lugar ; mi intencion é voluntad solamente sé decir ser en todo
muy verdadera,
y
estar muy presta para servir
á
S. M., por
eso guiá las·cosas como os pareciei·e, con tanto que dejeis el
derecho del Gobernador á salvo, para que, siendo el Rey in–
formado de la verdad, provea lo que fuere justicia
y
á su
servicio más conviniere, yo prometo por mi parte los negocios
nunca sean dañados. Despues de haber hablado al capitan
Gonzalo Pizarro, el licenciado Espinosa
y
el de la Gama se
salieron, quedando Hernando ·Pizarro muy deseoso de que se
concertasen con el Adelantado D. Diego de Almagro de tal
manera que él fuese suelto de la prision que tenía.