70
PRINCIPE
D~
ESQUILAOHE.
la justicia huyó
á
Guamanga, y aprésada en
las inn1ediaciones reveló
s~
sexo y su educa–
cion monástica. La monja alferez, como
fué
llan1ada en adelante, pasó del monasterio de
Santa Clara de aquella ciudad al de la Trinidad
en Lima,
y
de aquí á España, regresando
á
morir oscuramente en la Nueva España, en el
varonil oficio de traficante
y
arriero entre Méjico
y
Veracruz.
Cualesquiera que sean las ·exageraciones de
una exi tencia t n novelesca, no dejan de re–
flejar con
ve~
a
la vida real di.e oie tos colo–
ran, que,
~viciado
los carac–
téres
y
no
uri
ado e medio . oci
~1,
e gasta–
ban en
l-e itos vu gares genio
de un temple
heróico, que hubieran podido de plegarse en
mejores circun tancias . En el P erú no faltaba
campo
á
los espíritu
emprendedores ; mas po–
cas veces podía corre ponder el éxito
á
la gran–
deza de las a piraciones . D. P edro de Escalante
y
Rui Diaz de Guzman hicieron al
1ni
mo tiempo
su entrada á
lo
chiriguana ,
egun habían
capitulado con el
i\([arqué de 1'1onte c1aros;
y
ambas expediciones, infructuo a desde luego.
fueron
u pendida por el Príncipe de E qui–
lache ; por que los recur os de lo
gefe no al–
canzaban
á
cubrir sus compromisos con el go-