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CONDE DE LA MONCLOVA.
frutos y las salidas, se adeudaban por conservar
sus
ext~nsas
posesiones ; de ellos solio decirse,
que vivian pobres y morian ricos. Era mas fácil
acaudalarse en los corregimientos y otras ini–
·cuas explotaciones , agotando el sudor de la
raza oprimida ; mas la Providencia no dejaba
gozar por mucho tiempo de la riqueza mal ha–
bida, y por eso se comparaban las cosas instables
con la fortuna arrebatada
á
los indios. La di–
sipacion natural en ricos herederos, que se
criaron muy con entidos, devoraba tambien en la
segunda generacion el caudal reunido en el
pequeño comercio; de donde vino el significativo
pro-mrbio, padre pulpero, h°ijo eaballero
y
nieto
pordioser . L
u rte de los minero
era tan
azarosai, com
l
de los jugadone . Así es, que
faltando
P..Q
o c mu
los hábito ae economía y
la equita iva
i tribucion de la riqueza, eran
pocos los capitalistas, si se comparaban con la
opulencia del país. Rabia, sin embargo en Lima.
algunos millonarios, varias fortunas de tres–
cientos mil, á quinientos, mil pesos, y un nú–
mero muy considerable, que poseian de sesenta
mil
á
doscientos mil. En Poto i se haéian notar
algunos capitali tas enriquecidos en el pequeño
comercio, aun desp ues que se empobrecieron las
mina . Donde quiera habia proprietarios, sino