O DE DE LA MO OLOVA.
3f>ó
reconoéer e,
que tania tanto de corrompida con10
de ilusa,
y
e ·oandalízaron sus pocas respetuosas fa-
1niliaridades
con
los objetos mas venerados
del cul
tó,
us deslices carnale , sostenidos con
1
s apariencias de devocion. Guarido la piedad
e;tenia en el mas alto aprecio, no es sorprendente
que el vicio dispuesto
á
explotar todo
los medios
se cubriese con su mascara. Un viagero satirco,
que visitó el Virein to por aquello
años, nos
habla de un repugnante hipócrita, que hacia su
negocio, dándose fuerte golpes de pecho en la
iglesia extendiendo los brazo , besando el pavi-
hl@nto
·esticul · n
mas r zon debi n
1
mentar e los de 'rdenes pú–
blicos, que eran e n iguiente
' la no retenida
incontinencia de muchos ecle iá ticos, al
sensua~
li
mo de las clases
batida
y
al desenfreno, que
en mucho hijo de buena familia producía
el
delétereo contacto oon una ervidumbre vicíadá
y
con desaforadas mulata .
elizmente par
1