DON LUIS DE VÉLASCO.
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ponian á entregar. Mas Quirruha, uno de los
jefes jibaros, los induj6 al ·mas
terrib~e
alza–
miento. Los preparativos se hicieron
con el
impenetrable secreto, que es tan fácil á los in–
dios . En el día convenido, mientras el Gober–
nador aguardaba cuantioso.s donativos, y de todas
partes se anunciaba la afluencia del oro; buirruba
tomó por asalto
á
Logroño, que era la capital
de Macas ; exterminó
á
t dos lo
varones,
á
lo
viejos y á las niñas ; reservó solo para el
deleite y el trabajo á las jovene , entre ellas
á
las vírgene de mona terio de la Concepcion ;
y, si se ha de creer la crónica, di6 una muerte
horrible a
G>
icio o
obernador
haciendole
tragar á vi a fuerza e oro, que abrasó us entra–
ñas. Los habitanteB de
u mbaya, condenados
igualmente al exterminio, fueron prevenidos
por aterradoras noticias y
tuvíeron la dicha
de refugiarse en lás provincias vecinas. Los que
moraban en Sevilla del oro, aguardaron el
anunciado ataque, que
rechazaron enérgica–
mente ; mas, habiendo sufrido grandes pérdidas
y
no creyéndose ya seguros, se dispersaron en el
reino de
Quit?~
En vano el Gobierno y los parti–
culares costearon algunas expediciones en los
años siguientes para recobrar por la fuerz aque–
llas montañas,
y
los misioneros hicieron her6icos