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Alonso de Alvarado
y
Pedro Anzure otro cuadrón, y
mandó
He~Pizarro
a
~
Pizarro fue e con
ellos. A
M.
rcadillo mandó que con u e:ompañía fuese o–
hre aliente. D0 ta manera
y
en mucha órden, movieron
al pa o de la infantería; lo corredore dé amba par-
1
te e vieron
y
volvieron a dar avi o.
mo Hernando Pizarro upo que Orgoñez lo e pera–
ba, previno
w1
escribano para requerirle que le volvie e
ia pose ión d la ciudad
y,
mientra e to e hacía, man–
dó pllrar los
<'·
cuadrones, y a cada uno de por sí habló
cdesta manera: " Los enemigos no e peran en el campo,
la batalla tencmo cierta · bien. sé que no hay necesidad
de palabras uara con ella daros e fuerzo, como en 'e–
mejantes tiempo e suele hacer, ante
paresci 'ndome
que el dema iado ánimo que en todo he coano cido no
podría dañar, causando, con Ja mucha codicia el
acome–
ter
y
ser vencedores, desconcierto qu en lo cuadrone.
podríamo haber, pídoos por merced tcmpléi , con el u–
frimiento que en taÍe ti mpo
mene. ter, el de eo de
la victoria, de uerte qu la nueva orden que llevaremos
cause en los enemigo de ord n
y
poca confianza de ven–
cernos ; miren lo uno por lo otro de manera qu
nos
ayudemo
aon
mucha orden". Al e cuadrón de Alon o d
·Alvarado dijo que le ro"aba mucho que
i
no vie en que
lo pasaban mal, qn no rompí en. E to pien o que lo hi–
zo a cau a de venir allí lUUcho injuriado. de lo contra–
rios que se habían huído destn ciudad.
par~
cié11dole que
con de o de vengar e no podían dejar de ha<'er mucho
daño. Dicho e to e pu o n la delnntera de u batalla,
y le avi aron lo corredore que de,ia e el camino real
por r muy anao to
y
tener lo indio tan cerca que t>ran
parte ele hacelle mucho daño; pare ci'ndole a Rernan–
do Pizarro que tenían razón e apartaron por uno lla-