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capitanes, mas empero llegaron otros mu<:hos
hombres principales que al llamado del Presiden–
te, y a la buena fama y reputacion que tenia, le
acudieron de diuersas partes a seruir a Su Mages–
tad.. Entre los hombres de cuenta que vinieron
fueron
el
Adelantado Sebastian de Benalcac;ar con
derta gente de las cibdades villas y lugares de su
gouernacion, y el Gouernador Pascual de Anda–
goya, que se auia quedado atras en su adelanta–
miento haziendo gente. Por lo consiguiente vino
el
Capitan Francisco de Olmos, con ciertqs sol–
-dados, a los quales y a cada vno dellos rescibia
muy bien y con grande amor y buena gracia, y
con el bonete en la mano, como si no fuera el
mayoral de todos. De manera que el.Rey nuestro
.señor erribio a estas tierras del Peru vna
r~posa,
pues no basto vn brauo leon, que fue al licencia·
-do Pedro de la Gasea, clerigo presbitero, natural
<le Nauarregadilla, de la diocesi de Osma, y del
Consejo de la sancta y
gener~l
Inquissicion, el
qual se uvo cautissimamente en este tan peligroso
negocio. Desque el Pres!dente vido venir tanta .
cauallei::ia y buenos soldados, luego conoscio clara
y
abiertamente que no auria ya lan c;a enhiesta
que estuviesse contra el , pues que todos se dauan
al seruicio de Su Magestad con muy b1,1ena y en–
tera voluntad. En el entre tanto que· estos leales
capitanes y soldados se. ajuntauan , hordeno ·el Pre–
sidente de embiar espías al exercito del gran tira–
no,
y
assi hizo <;>tras muchas cosas, las quales eran