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pre oya dezir, alabaua a Dios Nuestro Señor de

todg cQrac;o? por que el gran tirano, con los <le–

mas sus capitanes, comenc;auan de temer, y aun

de huyr, y que no hallarian lugar en donde po–

derse amparar, .ni tenian quien les

di~se

favor

y

ayuda, pues todos Jos pueblos estauan alc;ados

contra ellos, porque seguían tan peruersa tirania

y falsa opinió.n, y que a esta causa no pararian en

toda la tierra. Como era en todo muy sagaz y pru–

dente, mirando a Jo que podria susceder adelante

con aquestos negocios que entre manos tenia, es–

cribio luego por la posta al capitan Diego Cente–

no, que en todas maneras no diesse batalla al

gran tii-ano, que yua por alla huyendo, hasta eo

tanto que todos Jos leales seruidores de Su Mages–

tad estuuiessen juntos, o Je embiasse a mandar

otra cosa. Porque vn hombre como Gon c;alo Pi c;a–

rro, que c:;on gran desesperacion se yua huyendo,

podria ser tal su ventura que Je fuesse superior,

a cóya causa se podrían mudar despues las vo–

luntades de los seruidores de Su Magestad, en

contrario, y fuesse peor lo p0strero que k> pri -

.

(

mero. Mas que si Gonc;alo Pi c;arro quisiesse pas-

sar adelante con' la gente que lleuaua, y saliesse

de toda la tierra, que le hiziesse la puente de pla–

ta y lo de;xasse passar, ecepto que hiziesse de tal

manera que no lleuasse tanta gente quanta le

auian dicho que lleuaua. Diego Centeno, como

cauallero orgulloso, aunque muy desdichado en

las batallas, procuro de ganar honrra y prez del

~