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ellos, y que despues no los rescibirian en sus ca–

sas quando alla fuessen. Porfiando en esto los dos,

que entrambos estauan encima de vn oratorio

muy alto, no lo pudo sufrir el Maxisca, y con

grande furia y enojo dei:ribo al Gicotecalt desde

lo alto del oratorio, que llaman qu, que quando

fue a dar al suelo yua ya muerto porque se hizo

pedac;;os la cabec;;a

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en las muchas gradas que tenia

el dicho qu. Estos oratorios o ques que estos yn ·

dios tenian, no eran casas, sino vnos edificios

que todo el fundamento dellos es quadrado y

macic;;o, y labrados de piedras quadradas, y enci–

ma destos quadros en lo alto, estauan puestos

vnos · altares de medio estado, en donde hazian

sus sacrificios; las escaleras tenían de ciento y

veinte gradas, su altura era de diez o doze esta–

dos , la anchura de cada quadro tenia veinte y cin–

co pies, que en con torno eran de cient pies. Vuel–

to el bueno de Maxisca dixo a los otros gouerna–

qores Axotecalt y Hueychichimecalt,

y

a los <le–

mas yndios principales que estuuieron presentes,

que si el gran Co rte.s y los demás de sus campa·

ñeros y hermanos no vinieran a la tierra, que

nunca ellos salieran de la subjecion y gran tira–

nia en que los· auia tenido Montezuma tanto

tiempo auia,

y

que siempre les auia dado muchas

guerras, destruyendoles sus tierras, vedandoles

comer sal y el ponerse mantas de algodon, y to–

mandoles las mugeres

y

los hijos para los sacrifi–

car a sus dioses, por manera que nunca auemos