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turados santos martires de la Corte del Cielo.
Y
la dicha azeq uia esta <letras de la hermita, ya cie·
ga, en donde estaua hecha vna puente d e piedra
como oy dia se paresce ya ciega, aunque otros
<lizen que la mortandad fue junto a Sant Hipoli–
to, y que por essro le ediíficaron alli vna yglesia,
y porque rn tal dia se acabo de ganar la cibdad.
Desbaratados
y
rotos los xpianos, se fueron muy
lastimados y descalabrados al pueblo de Tacuba,
y
los mexicanos los fueron siguiendo con mucha
braue~a
y
gran alarido, tirandoles muchas piedras
con hondas, y flechas y harpones de tres puntas,
con muchas varas tostadas. Y los yndios de Ta–
cuba les salieron de traues
y
pelearon con gran
furia con los españoles, hasta que los nuestros
uvieron la victoria, y los y ndios huyeron, que–
dando !fiuchos dell os muertos en el campo , y uv.o
otros muchos heridos, assi de los de paz, como
de los barbaras. Los españoles dexaron de seguir
el •alcance porque yuan t odos a pie y cansados
y mal heridos, y a esta causa se fueron p or su ca–
mino derecho hasta llegar a vna legua del pueblo
d e O tumba, en donde le salieron a rescebir mu–
chos millares de yndi os enemigos puestos a pun ·
t o de guerra. Los nuestros, no
p~rdiendo
punto
de animo, arremetieron con grande
esfuer~o
y
animo y pelearon con ellos valerosamente; aun–
que el gran Co rtes estaua heri do y mal dispuesto;
derrib o la vandera de los enemigos, que la traya
vn yndi o muy vali ente. \ iend o los enemigos que
G. de Santa Clara.-x.r.-5.
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