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no guerreros, y con esto desampararon sus casas
y se fueron huyendo . Muchos de los vezinos
y
tra–
tantes que auia en es te lugarejo se fu eron con g ran
presteza a la cibdad de Leon a qu exa r se a Oydor
Ramirez
y
a l Gouernador, dizie ndoles de como los
traydores de los pic;arristas aui an dado asa lto en
sus casas, y del mal y daño que les .auian hecho ;
ay desde este pueblo a la ci bdad de Leon diez le–
guas tiradas. El Oydo1· Rarn irez, sabiendo estas
tri stes nueuas le peso dello g r a ndeme nte y llaman–
do luego a l capitan Melchior Verdug·o se puso en
camino con doscientos y ci nquenta . oldados, los
quales todos se partieron de la cibda:d a toda furia
y se fueron a l puerto del R ealejo con muy buena
horden y co nc ie rto. Los leoneses y granad inos tu–
uie ron entendido y aun creydo que los pic;a rri s tas
es tarian e n alguna parte del camino en celada
aguardando lo para les dar batall a, porque tuui e–
ron por cierto que e r a n mas de les que la fama pu–
blicaua. Pues camina ndo desta. uerte llegaron
á
la
poblac;:on en dos a lojami ento , y estando ya junto.
a la casas, ya los pic;a rristas eran ydos
y
emba.r–
cados en sus na ui os, por an iso qu e les dieron,
y
ass i no hizieron los lea les co a que de conta r sea,
mas de asegu r ar las ca as que au ian quedado des·
amparadas, que tuuieron entendido
(1)
que auian
de er quemadas. Todos lo
so ldados leoneses y
o-ranadinos de eauan en gran ma ne ra de confron–
tar
cara a cara y de persona a persona con los
pic;arrista , por ver si era n tan \' alientes
y
esfor·
(1)
Is.
m tmdidas.