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Juan Alonso Palomino luego e nde r ec;o con muy
bien tiempo al Realejo y entrando en el puerto ha–
llo en e l qua tro nauios, que e l" no era de Melchior
Verdugo, los quales tomo sin r esis tencijl. ning una
porque estauan s in g uard a de gente armada, y los
pilotos y m a rine ros se dieron de buena gana aun–
que con reze lo
y
temor de sus pe r sonas
y
vidas.
De los hombres des tos nauios s upo que e l Oydor
Ramirez y Melchior Verdugo y el Gouernador de
Leon es ta uan en la cibdad de L eon haziendo gente
y con presteza se ader ec;auan pa r a y r se a l P eru
porque la R eal Audie ncia au ia detenido aquellos
nanios , y que no auia consentido que ning un me r–
cader los cargasse, pues eran m enester para el
seruicio de Su Magestad. Pues anidas estos na–
uios, hizo e l capitan P a lomino a sus soldados que
se embarcas e n en los barcos que tomo de los
otros nau'ios p r esos, y mando que los vnos fuessen
por el estero que ll am a n d e Sancta Clara, con vn
caudillo , y el tomo lo demas y se fue por el estero
Grande, que casi se va a juntar con el estero de
Sancta Clara, que es en par de las ca as de la ve–
zindad del R ealejo . Y como se vieron alli todo ·
juntos dieron de supito y de repente asalto en la
caserias, y como la noche hazia escu ra hizieron
muchos y grandes dafios y robos en ellas, si11'auer
mue rte de ninguna de las partes, que fue gran
co a . Desque lo$ vezinos se v ieron asaltear y ro–
bar, considere el piado o lector lo que sintirian,
y
queriendolo remediar por offender al enemigo, no
lo pudieron haz er por no tener armas offensiuas ni
deffensiuas, que todos eran hombres pacíficos y