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la culpa que el mismo t
irano tenia, y le dixo que
dé ay adelante tuuiesse aduertencia.en lo porvenir
y que estuuiesse muy sobre aviso y con gran re–
cato en todas las cosas, porque de otra manera su
peccadó venial auia de s er mortal; y desde enton–
ces le hizo muy buen tratamiento,
tenie1~dole
siem–
pre consigo, aunque con a lguna manera de prision
y libertad. Assi como e ntro el tirano en la cibdad,
luego por otra parte mando a los cabos de esqua–
dras del Visor r ey
1
que viessen ( l) por sus memo–
rias los que faltauan y se auia n muerto en la bata–
lla, y halla ron qu e murie ron de la pa rte del Viso–
rrey mas de trescientos soldados, y entre e llos mu–
chos caua ll eros de los principales. De la pa rte del
tirano muri e ron ha ta di ez y sie te s oldados, y en–
tre e llqs mataron a l capitan Pedro Cermeño y a
uan
d~B_ustillo,
secretario de Gorn;:alo Pi c;arro, a
los quales mando enterrar honrradame nte en la
y'glessia mayor de llos, y los otros en el monesterio
del Señor Sant Fra nci sco, que fueron traydos de l
campo de la bata lla. Los ca pitanes y soldados del
tirano, por encarescer este desbarate } por dar
mas honrra a Pic;a rro, pl a ticauan e ntre e llos y lo.
dezian a muc hos que Gonc;alo Pic;arro auia venci–
do esta bata lla milag rosam ente, porque era muy
denoto de
uestra S eño1·a, y esto se dixo por las
mue rtes que uvo d e la vna parte y de la otra. Yo
digo a qui mi parescer, y cierto fu e assi, que como
los soldados del V isorrey yuan de corrida y con
g-rande ympetu, no tiraron tan certe ro a los pic;a-
( r) Ms.
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