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de toda la tierra del Peru, y que por tal lo auian
de jurar todos los cibdadanos, capitanes
y
los sol–
dados, pues lo merescia muy bien
y
era hombre
muy sufficiente para ello. Y que despu es de hecho
rey que le a uian de suplicar hiziesse Duques,
Condes y Marqueses y otros g r a ndes es tados, por–
que siempre tuui esse p ersonas que le vandeassen,
y que des ta maner a seria señor absoluto y p erma–
nesceria por siempre jamas en la tie rra . Esta co–
sas se dixe ron y otras muchas, y como es taua n ya
algo calientes comern;:aron a dezir en a Ita boz,
como fra nceses :
¡viua v iua l o R oy Gonfalo
P~a
rro, nuestro verdadero rey y seiíor,· si, par m a
foi
(l L
y muera el maluado Juan Blas!
que era
el Vi orrey, qu e assi le llamauan us enemi o·os a
cada passo por escarnio que ha zian del. Doña Ca–
thalina de Leyton, muger del Maestro de campo ,
que estau a d ela nt e a todas esta cosas, quando
v icto que aque llos hombr es hablauan france , o
como tudescos, dixo con gran cuyta de los ver de
a quella ue1-te bien borrachos: ¡Mirad, por vida
vuestra, en que cabec;as e ta el gouierno y regi –
mi ento de los r eyno del Peru!; dezialo por (2) e -
tos seis hombre , principalmente su marido, que
gouernauan a Gonc;alo Pic;arro
y
por consejo de–
llos se hazia y hordeoaua lo que e auia de hazer
en algunas parte . Todas estas cosas que he dicho
del brindar fue en casa de Fraoci co de Car:auajal,
y passaron en la cibdad de Lima as
i
como entro
(1) i'I<.
fuy .
(2)
Ms.
<Ú:;ialo a fin qru.