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cibdad salia, que podría se r que a lguno se alc;:asse
con ella si estuui esse ausente della. Y que mejor
era que otro prouasse ventura, porque si el nego·
cio se herraua no hecharian a el la culpa, sino al
que
Io
herrasse ,
y
pues que auia ya ganado muy
gran
~10nrra
y r eputac ión en la jorn."!da que aui a
hecho , se quedasse con ella con la dPmas que te–
nia;
y
con es to se quedo, ca el e otra manera el fue–
ra y tomara la delante ra. M;1s por mostrarse en
todo muy cuydadoso en el seruicio de Gonc;:alo Pi–
c;:arro, pusso espias en todos los passos y caminos
que van a dar a las Ch arca s; muchas guardas de
español es y de yndios para que prendiessen a to–
dos aquellos que fu essen a seruir a Diego Cen–
teno. Assimismo embio al pueblo de Chocuyto a l
capitan Alonso de Mendoc;:a con veynte y cin co ar–
cabuzeros y otros tantos de a cauallo para que es·
tuuiessen alli por guardas
y
front eros con tra los
sus enemigos, has ta en tanto qu e Francisco de Ca–
rauaj al lleg·asse o viniesse de Quito; el qu al dicho
capitan embio tambien sus espías a las partes qu e
fueron menes ter. No aprouecharon nada todas
e~·
tas guarda s porque no dexaro n de yrse alg unos a
seruir a Su Mag·estad, al campo de Diego Centeno,
los quales fu eroú por caminos no sabidos de todos,
desde las cibdades de Lima, Guamang·a, Guanuco
y de otras partes, como despues se supo. De aque–
llos que fueron a seruir a Dieg·o Centeno supo de–
llos todo lo que se hazia, y -como se publicaua por
muy cierto que Gonc;:alo Pi c;:a rro embi aua contra
el a su Maestro de campo con mucha gente para
que lo prendies e o rnatasse, de todo lo qual le