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-.

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-tan las .cartas en donde me lo escriuen, aunque

vienen sin firmas. Y entonces

~stendio

la mano y

las mostró, y ellos respondieron que assi se hizies·

se, que para luego

~ra

tarde; y con esto sé fueron

todos a sus casas para aderes<;ar lo que auian de

lleuar para el camino. De tal manera se con<?erto

esta repentina yda, que luego, otro dia, en ama–

nesciendo salieron de la cibdad treynta y ocho

hombres de a cáuallo yarcabcizeros, bien armados,

y se fuero1i a encoiitrar co1i el tirano por el mismo _

<

camino que el traya; a los quales dexaremos vn

poco, por dezir lo que hizo el theniente Geronimo

' de Villegas. Aueis de saber que com.o el theniente

se despachasse mu:y'de su espacio, se fue a

la

cib–

dad de Leqn, en

Guan~co,

sp poco

á

poco, porque

tUlJO entendido de hallar alli a Pedro de Fuelles;

1

mas quando llegó supo de los que auian alli que–

<.

dado como ya era yd.o

a

la cibdad del Cuzco, y de

la junta que se auia hecho. De todo esto le pesó en

r

gran manera por amor del Visori-ey, que diría que

por su descuydo y negligencia se le auia ydo aquel

hombre, y queri.endo yr

tr~s

el lé dixeron que no

fuesse, porque auia dos dias que eran ydós, que no

los alcan<;arian. El theniente, oyendo esto, se salio

de la cibdad dende a dos dias, sin hazer cosa algu–

na, y se fue por la posta a Lima, con cartas de los

( del cabildo y con mas rezelo que con verguen<;a,

acompañado de los quatro vezinos querellosos,

porque tuuieron creydo que Pedro de Puep es y los

suyos estarian por alli cerca, y que sabienqo la es–

tada dellos se boluerian toaos a la cibdad para los

prender por dar mayor enojo al

Vison~ey,

y por