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DE LA HEVOL CION DE 1 'GLATEílílA.

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pañero de niñez de Cárlos, pero sincero amigo de la libertad, harto al–

ti

o para ervir mientra mandara un favorito ; P m, abio juri consulto,

er ado particularmente en el derecho lo u

o.~

d 1parlamento, e pl–

ritu frio

y

o ado, capaz de dirigir prudentemente la pasione populare ,

y

finalmente muchos otro , re ervado para un porvenir ine perado, para

destino diverso , para servir tal vez en opuestos bando , pero unidos en

aquella ocasion por principios de eo · comnne . La cúrte no oponia

á

e ta terrible coali ion mas que la fuerza de la co tambre, la temeridad

caprichosa de Bnckingham, el orgullo ob tinado del re .

'

La primera relacione del príncipe del parlamento fueron ami -

to as. A pesar de sus amenazas, Cárlos no pud0 .menos de ooocer

qu'

era pre i o humillarse, los repre entantes del pueblo, in mbargo d

su resolucion, deseaban darle pruebas de su rendimiento. Aquel no

ofendió de la libertad de lo discursos,

y

esto fuoron noble

á

par que

libre . «Ruego

á

la cámara, dijo Denjamia Rudyard en

22

de marzo d

1628,

que se evite cuidadosamente todo objeto de vana alter a iones;

los ánimo de los reyes son elevados como su rango,

y

les está bien ce–

der cuando

á

su vez se Jes manifiesta complacencia. Ahramo al rey una

enda para que venga

á

nosotros como de su propi0 impul o : estoy on–

vencido de que solo aguarda una coyuntura. Dirijanse todos aue lro e -

fuerzo

á

ganar la voluntad del rey,

y

obtendremos cuanto deseamo .

»

o lodo opinaban tan pacíficamente : había otros que no veian n

tanta claridad las desgracia de un nuevo rompimiento,

pre entian

mejor la incorregible condicion del p0der ab oluto. Todos e senlian

á

pesar de eso animados de igu'ales deseos;

y

la cámara, examinando

á

la vez sus pretensiones

y

las nece idades del trono, \

1

0tó por unanimi !ad,

despues de quince dias de di cusion, un subsidio cuantioso,. pero sin dar

todavia á su voto fuerza de ley.

La alegria de Cárlos llegó

á

lo sumo, convocó al momento un gran

eonsejo,

é

informándole del voto de la cámara dijo : «Cuando subi al

trono, amaba los parlamentos; despues, no se corno, me puse mal on

llo ; ahora esperimento lo que al prin ipío de

mi

reinado : los amo,

y

me será grato rodearme de mi pueblo : este dia me adquiere en la cri -

tiandad tanta consideracion como i hubie e ganado batallas decisiva ...

El mismo regocijo se manifestó en el con ejo,

y

Duckingham creyó d ber

espre ar altamente el suyo como Cárlos. Felicitó al rey por tan fausta

armonla con el parlamento : <<Esto, dijo, vale mucho mas que un sub–

sidio; es una mina de elló abierta en el corazon de vue. tros úbrlito .

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