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.
Prólogo.
·
compuso siquiera su aspecto para el bautizo:
p~r
los
años
1537,
to~avía
habitaban sus vecinos españoles
')unas chozas donde apenas podian . entrar ni estar;
y
en un apartado de un.a de
~llas
deci.anmisa con gran
incomodidad, por
el
humo .
y
el mal olor de copia de
murciélagos
(a).
El oro no hizo más que hospedarse
. por unos cuantos meses en los tugurios de la Villa Rica;
pasó por ella, como
el
que ent?nces se llamaba
corrido
y
ahora
de aluv_ion,
~
la .recámara de don Pedro; á poder
de los únicos
cin~~enta
·y
cinco que, entre quinientos
y
tantos cavadores, · se enriquecieron
(b);
6
á manos
.
.
.
de mercaderes, que con licencia del gobernador re-
montaban en barcos el rio del Cenú hasta las cercanías
del cemente.río,
y
aUí vendian una pipa de vino en
100
pesos, en
50
un ·pernil ó un queso de Canaria,
.
.
y
ert
2
5.
una ristra de ajos
(e).
N?
creo que Cieza fuese ·de los treinta
y
cinc? afor- ·
tunados, ántes debb pensar que
s~
coA.tóentre los qui–
nientos que fueron al Cenú á 'mejorar su pobre capa"
y
que no pudieron ni áun remendarla: aquellos regre-
(a)
Carta del licenciado Vadillo al Emperador. De Cartagena,
15
de
e–
tiernbre de
153 7.
(Col. Muñ., t.
8
1,
f.
o
80
vto.)
(b)
Carta de los oficiales reales Rodrigo Duran
y
Juan
V
elazquez al
Em¡:,erador. De Cartagena;
~o
de abril de 1539. (Col. Muñ.,
t,
81,
f.
0
297
vto .)
(e) El peso valía en aquel tiempo tres veces más que ahora.