-6D-
Pero
lo
qne
no
pud@
so~peobar
el
infe:tigable
Las Oasae fné que
son sus continuas quejas
y
viru.lentos escritos estaba levantándo
á
1~
dorninacion española el mas belJo monumento de·que hay tradi· .
I
010n
en los
fastos
de los hombreg.Porque
ái
la verdad;
¿qué
leyes mas
jujtas
y
templadas que las de hu nuevas ordenanzas? En las
prG·
visiones reales que no alcanzó siempre en beneficio , de los indios
¿Que vez
\lejó
de ser oido en España cuando hablaba en favor ds ·
los indiginas, no obstante los
poem1
favorables informes que de él
se recibian
y
de
le.a
imprudanoias de sus disonrsos de que todos, iT'o
cluso el mismo rey, fueron testigos?(uu
)Q.uelosespañoles cometieron
1
CRJTICA
(uu)
Aquí sucede un fenómeno
curioso~
se
confiesa
que
a.
LaR
Casas, con sus
quejas,
ha levantado
á
la dorijinacion ·
española el mas bello monumento de que hay tradicfon
en los fastos de 1os hombres. Porque,
á
la verdad ¿qué
leyes
mas justas
y templadas que las de las
nuevas
orde-
nanzas?»
,
«En las
pr~visiones
realeR,
¿qué
no
alcanzó siempre
en
beneficio de los índios?
¿Qué
vez
<iPjó
de
ser
0ido
en
Es..
pañs, cuando hablaba en favor de los indígenas,
Bo
0 ~1 8·
tante los poco favorables informes
que
de él se
ree1bían
y
de las
imprudencias
de
slls
disca-rsos de que
t<1>das,
in–
cluso el
mismo
rey, fueron testigos?»
Hasta aquí el P. Cappa
y
lo
que
dice
eA
la
verdád,
por·
que
á
Las Casas se debe lo que hay de mejor en las leyes
·españolas en favor de los indios.
Pero
¿se han fijado en las palabras que se preiniten
á
este
elogio? Pues fíjease
y
miren que el Obispo de Chia..
pa
no
tenía
conciencia,
de lo que
hacia
y
hasta no pude
·
sospeqhárlo.
Así,
es
menester decir
que,
cuam.do1 L1tSt
Casas
atraves6 tantas veces el Oeéano,
y
habló
tanto,
y
tantos .
esfueJ7zos hizo;·em.
todo esto
e11a.......
un
sonám~
a.lo,y
so•
lo sabia
quejarse
con virulentos
escritos;
y
s~n e·•h~r·
go
era
ojdo por la
corona
y
po~
toa<as;
aunque1
todos
f,ue-
•
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1
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