Capítulo Llll.
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bras mostraban su alegría, diciendo:-Agora verná
Pizarra,
y
desta vez será gobernador y no tendremos
audiencia ni tasamiento en nuestros indios, ni orde–
nanzas, é volverse ha Blasco Núñez Vela á España.
El visorey, despues de haberse bien informadó del
general su hermano, mandó juntar · los oidores y ca–
pitanes y más principales, y despues que se hobieron
juntado, les dijo :-Parésceme que se ha escapado de
buena Vela Núñez. ¿Qué os parece de la burla que
Gonzalo Díaz nos ha hecho? Porque ayer me habían
dado cartas de los principales del Cuzco, que vienen
huyendo por la via de Arequipa, los cuales serán aquí
muy breve; 'y creed que yo soy cierto que en el mismo
campo de Pizarra hay desconformidad; y ansí muchos,
arrepentidos del yerro en que se han
meti~o,
desean
perdon; aunque, con la ida destos traidores, me recelo
no haya alguna mudanza; y será necesario que todos
pongan mucho ánimo
á
los soldados, porque en los
capitanes suele estar la mayor fuerza de la guerra. Y
no mostreis demasiado sentimiento con estas nuevas,
que Dios Nuestro Señor porná su mano en sucesos que
se piensa que ya están perdidos
y
se ganan. Dichas
estas cosas por el visorey, y otras, á los capitanes, res;–
pondieron que todos harían lo que él mandaba.
Habíase apercibido
á
Diego Alvarez de Cueto para
que con alguna gente ligera de
á
caballo fuese hasta
Chincha
á
dar favor á Garcilaso de la Vega y al capi–
tan Graviel de Rójas y á los otros que venían huyendo;
y
no embargante quel tapitan Cueto estaba aparejado
para ir, por temor de que algunos no se huyesen,