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Libro primero
Rede~pt~
, la qual
cri~?a est~s
tremiendo ,
~n
estas
palabra~
dos d1 sc1pu1as como hijas, dt · No
te.mas,
madre .mi-a
que no
ciéndo1e : Madre, ven : madre,
muero
ahora.
Y
dicien'do
esto
veo.
La qual
se
.le~antó
lue_gó.
mucb~s
veces,
fué
poco
á poco
con
la otra cond1sc1_pula;
como remitxéPdose
la
luz
hasta
que
despues
ambas
lo
contaron
á ml} .
del !odo
cesó ;
mas
no
cesó
la
,
chos;
y
la
cosa
fué
muy
noto~Ia
suavidad
del
olor,
antes pase·
~
todos'
y
yo
tambi~o
en
4qúel veró de
la
/mesma
manera hasta
mesmo tiempo
lo
supe.
Puqi
es-
el
segundo
y
tercero
dia. ·v
pa·
tando ellas
á
la media. n-0cQ,é juo·
sado
el
tercero
día , en Ja
noche
'to
á
la cama de la
enfer!V'~,
sú · que
despues
se siguió llamó
á
su
bita
mente
resplandeció ,.alli una .
maestra ,
y
pidió
el Viácico,
que
luz del cielo ,
que
hU,,thió
todo
es el
Santísimo Sacramento,
y
el espacio
de
aquella.
celdilla. Y
recibiólo :
y
apenas
se
habia
el resplandQr de esta claridad
apartado
la madre
y
la
orra
.era
tan gr.a.nde , que hacia estre-
condiscípula de su cama,
quan–
mecer
'á
los
que
presentes
esta
do
súbitamente
se
comemrnron
ban:
de tal
manera..,
que (como
á oir
en
la plaza
antes
de la
<iespues ellas contaban ) todo el
pue?La
de
aquella celda dos
co–
cuerpo,., tenia como hdado
y y
H·
ros de
cantores;
Jos
qua]es,
se–
to por la gra deza del pavor. gun que por las
voces
·se podia
Porque comenz3ron
-á
oir un juzgar ,
parecian
de
hombres
y
sonido corpo de
mm.~ha
gente,
'mugéres ; cantando los hombres
que por la' pu r ra de la ·celda
los
Psalmos,
y
respondiendo
las
entraba;
y
la
mesma puerta cru-
rnu.geres.
Y estándose de
esta ma–
gia ,
corbo
apretada
de
los
que
rJcra
celebrando
aquellos
oficios
por e11a entraban. Y asi
sentian y
exequias celestiales , aquella
entrar muchedumbre de gente: saota ánima
salida
de las carnes
mas la
grandeza
dd
temor
y
de comeqzó
á~
subir al _cielo ,
y
la
claridad
hacia que no pudie,_
júntamente co_n
ella. iba aquel
sen
ver
nada.
Porque
el
temor
canto
y
olor
celesual:
quanto
denibaba
su
corazon;
y
la gran-
mas
su~ia
á lo alto,
menos
se
dt:!Za
de la claridad
les
escurecia
seritia acá
baxo ' ·
bast;.a que del
y
'reve;:rberaba la
vista.
Despues
todo lo uno
_y
lo
otro
Cé.
ó.
Hasta
de la qual luz sfotieron un olor aquí son
patabras
de S.
Gregorio.
de tao maravillosa suavidad, que
Muchos otros extmplos
se pu·
1
el
tetnQr
que
h2b ia
causú!o
la
dieran traerá
este
propósito;
pe·
luz ,
· templaba
la
suavidad
de
ro
estos
bastarán :
.para que se
este olor . .Mas como no
pudie~
vea quan
quieta,
quan pacífica
sen sufrir la
fuerza
de
tan
gran -
y
alegre
comumm·ote
sea
la
de luz, la enferma comenzó muerce de
los
buenos.
Porque
con una
\'OZ
blanda á co.nsolar
aunque
no
á
todós se concedan
á
la
roaest_r~
,
q
u~
alli
estaba estas señales
tan
sensibles ; pero
co·