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18 )

e quejaron de que el dia antes,

,escribe.

a

Anatolio, Obispo

de

en

su ausencia, se h ab ia he-

,,Constantinopla, que contra

mi

cho

el

Canon

28

que atribuía

,,conciencia contente vuestros

despues de la Silla Romana

á

,,deseos ambiciosos. Sabed que

quien compete esclnsivamente

,,el Cánon del Concilio

l.

0

de

o1 Primado nniYersal de honor

,Constantinopla, sobre el cual

y

jurisdiccion, el

2.

0

lugar

á

,lo fundais,

no tienefuerza algu.

la

Silla de Constantinopla,

y

,,na; pues que no se hizo de

protestaron contra

él.

,acuerdo con

la Santa

&de~

Los Padres en su carta Si-

,

1

Epist.53."-¡Qué tal estudian·

11ódica dando cuenta á Su San-

tazo es nuestro Sr. Vidaurre!

tidad de todo lo obrado, le pe-

-

dian especialmente la aproba-

Concilio

5.

0

y

de Constantino-

cían de dicho Cánon.

''Os su-

pla

el

2.

0

,plicamos, le decían, que hon–

,reis nuestra decision

confir–

,,mándola con la vuestra,

y

co–

;,mo por nuestra parte hemos

,convenido con vos que sois

,nuestro Padre

y

nuestra Ca–

,,beza en la unidad de la fé,

,p'onga tambien la

eminencia

,,de vuest1·a autm·idad el último

,sello al decreto

que han hecho

,Yuestros }1ijos en honor de la

,Ciudad

Imperial. U saudo,

,,pues, ele vuestra ordinaria so–

,licitud respecto de la Iglesia

,,de Constantinopla, haced re–

,saltar sobre ella, algun rayo

,de ese vivo conjunto de luces

,y

de esplendor que rodea

,,vuestra Cátedra Apostólica.))

S. Leon confirmó en cuanto

a

la condenacion de la heregía

y

de los heregPs, el Concilio

Calcedonense, congregado, di–

ce, por órden de los Emperado–

l'es, con

Pl

consentimiento de la

Silla Apostólica. Mas por lo

que hace

a

la prerogativa de la

Iglesia de Constantinopla

reu~

só constantemente confirmarla.

Epist. 54.

"No quiera Dios,

Seria

mal

gastar el

tiempo

y

fatigar la paciencia de U. S. I .

estenderse en lo mucho que ha–

bria que decir acerca del 5.

0

Concilio. Nada prueba mas la

falsedad de las aserciones del

Sr. Vidaurre, que los atentados

cometidos por el Emperador

J

ustiniano, para obtener del

Papa Vigilio, que condenase

los escritos de Teodoro Mop–

snesta, la carta de Ibas

y

el co–

mentario de Teodoreto, conoci–

dos en la historia bajo el nom–

bre de los tres capítulos.

Atra–

jo

a

Vigilio

a

Constantinopla,

doló los juramentos que le ha,o.

bia hecho, maltrató su persona,

le forzó

a

salir en fuga saltan–

do las murallas para ponerse

en seguridad en Calcedonia.

¿A qué fin tantos esfuerzos de–

Justiniano, si nada influyen los

Pontífices en la condenacion de

los errores?-¿

Y

de donde le vi–

no ni le pudo venir la autoridad

de Concilio general al Concilio

5.

0

compuesto dP solos Obis–

pos Orientales, al que ni

siquie,