CAPiTULO V
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qual decia que -era Sant Dionisia, y otro desnudo y lleno
de heridas
y
las manos atadas, que era San Sebastian y
San J osep,
y
los dos de las albas decian que eran ángeles,
y el uno decia que era Gabriel, embaxador de Nuestra
Señora, y el que traya un rrétulo en la mano le avia di-
. cho que le enbiaba Jesuchristo por su ayo, y que a Sant
Dionisia pusieron una silla muy alta con muchos tercio–
pelos y un estrado, y lo pusieron el de las manos atadas
y el otro ángel, y estando así sentado, le avia echo un
sermon, diciéndola que Dios la queria mucho porque le
avia costado mucho y por ninguna cosa que hiciese no
desconfiase de Dios, y que esto no lo avia visto nadie sino
ella, que hablaría con ellos como si hablara con. otras per...
sonas-Dice otras visiones que vió. y cómo hablava con
Gabriel, el embaxador de Nuestra Señora, y con los de–
mas sanctos y cómo le aconsejaban cosas buenas. Dice la
forma en que se le aparecía el ángel, que era en figura de
hombre, sin barbas, con el cabello hasta debajo de la ore–
ja,
y
con una alba blanca, y questo avia sido despues que
estuvo mala del mal de los demonios, que avia pasado ansí:
que no se acuerda del tiempo, mas de su madre hera yda
a Arequipa, entrando en una huerta se le avia aparecido
el demonio, como un negro, echando fuego por la boca,
encima de una higuera, de lo qual salió asombrada, y
aquel dia le dió mal de un ojo, que los médicos pensaron
que le perdiera; y despues desto, una noche yendo a guar–
dar unas cal9as a una caxa, derramó un candil y el azeite
cayó sobre una saya suya y ofreció al diablo la saya, y
luego allí le dió un dolor de celebro y se le traspillaron
los dientes y dió en un frenesí, que decian que deshon–
rraba a quantos allí estaban; y luego la curaron por ende–
moniada y la exorci9aba el provincial de los teatinos y el
dicho Luis Lopez, y exorci<;ándola se avia encorporado el
diablo en ella-porque veya muchos que parecían negros,
que se le echaban encima y la atormentaban mucho y
sentia que se le ponían en la lengua
y
un gran dolor en
la cabe<;a que la parecia que la martiri<;avan con clavos–
y la decian los demonios que se bolviese a ellos
y
dexasse
a Dios, si no queria padecer aquel tormento; y así pasó
aquella noche,
y
a la mañana se avía -confesado
y
rrecebi-