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CAPÍTULO

III

43

dianamente idóneas para esos puestos, pues de los doce i

mas clérigos que allí habia 11110 se hallaba uno capaz de

quien poder echar mano.11 11Qué será, añadia Alcedo, en

las demas ciudades donde no hai sino dos, y en muchos

lugares uno?

5

11 Al fin, sin embargo, se acordó nombrar al

doctor Urquizu, dean de Los Charcas, para el distrito de

La Plata, para el Cuzco al bachiller Gonzalo Niño, i para

Panamá al dean Rodrigo Fernandez. Algun tiempo des–

pues se designó para Quito i su obispado a Jácorne Freile

de Andrade, a quien el Presidente

i

Obispo, para facilitar–

le el desen1peño de sus funciones, nombraron

ad nuturn

para un curato de la capital

6 •

Otro tanto sucedia

con

los consultores.

IIabia gran

abundancia de letrados, pero se tenia poca seguridad de

su l.in1pieza, 11porque es tierra ésta que facilmente me pare–

ce, decia Alcedo, hace a uno judío, y para averiguar la

verdad, y lo contrario, hay mal aparejo

7 ."

Los empeños que asediaban al Inquisidor para el pues–

to de receptor i notario de secuestros eran tales que el

Virei, con quien se entendia en estas cosas, sin noticia de

los demas ministros i con gran disgusto de éstos, ocurrió

al partido de enviar a los pretendientes, en su mayor par–

te militares que alegaban servicios i de quienes se susu–

rraba que no eran limpios ele parte de sus mujeres, a que

se arreglasen con su camarero i maestresala, 11habiendo

5.

Carta

de 12 de junio de 1570.

6.

Carta·

de Fr. Pedro de la Peña al Rei, de 2 de abril de 1579, Ar–

chivo de Indias. Freile habia sido encomendero en Los Quijos, casado

i con hijos; despues se hizo escribano, actuando como tal en la visita

de la tierra. Entre sus méritos alegaba, mas tarde, haber adquirido,

valiéndose de los apremios de su oficio,

la paila en que hacían pólvora

los rebeldes de su tiempo. Se hizo eco de ciertas acusaciones al Obispo

i murió muí anciano por los comienzos del siglo XVII.

7.

Carta

de Alcedo de 11 junio de 1570. Cerezuela refería, con este

motivo, que el doctor Cuenca, oidor mus antiguo de la Audiencia, ha–

llándose en la iglesia de San Agustín el dia de pascua florida,

le pidió

que le admitiese como consultor, a lo que le contestó que babia oido

decir que era confeso;

i,

en efecto, ccél me · dijo que era verdad que lo

habian dicho,

y

que era falsedad

y

mentira.,

y

qne por purgnr

aqlli

el

mal nombre, lo pretendía, ofreciendo ciertos metlioe de que traería he–

cha la probanza de España,

y

depositaba diez mili pesos para el Santo

Oficio, si no lo tragese.

»