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LA INQUISICIÓN
señoría con los señores de los Cabildos y regidores
que asistieron al auto, se despidieron, por ser ya no–
che, mostrándose el seflor Inquisidor con corteses
razones agradecido .
«El siguiente día se ejecutaron las sentencias de
azotes y ga1eras en los condenados
á
ell as, todo lo
cuat hecho, disposiciones, aparatos, castigos y mi–
sericordias usadas con unos
y
ejecutadas con otros,
salió la fama á publicar gmndezas de la fe católica,
que luce más y se descuella viendo en actos seme–
jantes la ceguedad ele los que no la siguen . Gracias
á tan Sancto Tribuna] y al seflor Inqui sidor, que
siendo sólo, ha sustentado en peso, cotTlO
atlante~
esta celeste máquina, y de todo se den á Nuestro
Señor, que nos tenga de su mano y nos dé su gracia.
Amém) .
Otro auto particular de fe celebraron Ugarte Sa–
ravia y Vélez de Asas y Argos en la catedral el 6
de agosto del año siguiente
(1627)
con los reos ex–
presados á continuación:
J
usepe de Torres, soldado de la guarnición de la
Habana, testificado de que hacía los sorlilegios de
las tijeras, batea y cedazo; Isabel de Barrientos,
viuda, de sesenta años, acusada de valerse para lo
mismo del vaso de agua con la clara de huevo, y
hacer andar al rosario con palabras de c<por San Pe–
dro y por San Pablo, etc.; Salvador, mulato, por rene–
gador; Pedro Ruiz, negro, denunciado de que casaba
y
bautizabamuñecas con las palabras sacramentales;
Antonio Méndez, portugués, preso enMompox y ad–
mitido
á
reconciliación por judío, con confiscación
de bienos; Luis Roddguez Pardo, vecino de Pam-