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En una de fas épocas más luctuosas para la.
J:glesia Católica, cuando muchas Iglesias par–
ticulares, siguiendo las banderas infernales da
Lutero
y
de sus secuaces, se rebelaron C'Ontra la
-autoridad del Vicario de Nuestro Señor Jesu-
-cristo, y después -de atacar su divina jurisdic-
·cion, casi no hubo dogma de fé que no
negaran~
ni principio de moral que no pervitieran, Dios,
en su m¡.sericordia, inspiró al generoso -español
Ignacio de Loyola el gran pensamienio de ins–
·tituir nna Orden religiosa, que, en tan tristes
<Circustancias., se consagrase á defender abnega–
- damente los derechos de la Iglesia y de su Ca-
-beza visible, á remediar los imponderables ma-
.les que sufría la Cristiandad, conteniendo en
su triunfal marcha
á
la herejía, que aménaza-
:ba extender su maléfica dominacion sobre el
.mundo todo.
D6cil
á
est·a divina inspil'acion, se presenta
-Ignacio de Loyola ante el Papa Paulo III, su–
plicándole que diese su infalible aprobacion'
á
su Instituto y á las Constituciones que 4abía
-escrito, por órde-n suya, para su gobierno.
Aunque el Papa tenía acerca de dicho Institu–
to l·a mejor opinion, no quiso proceder á ro–
-bustecerlo con su· autoridad, sin oir antes
á
:uua
Comision~e
Cardenales, la cual, después